viernes, 17 de enero de 2020

Religión y política: el reenganche del fascismo en Latinoamérica

George Gonzalo ·    tutorcarlosgamboa.blogspot.comb   noviembre 01, 2018

  Carlos Arturo Gamboa B.   Docente Universidad del Tolima
 
En la tradición colombiana de la violencia son muchos los relatos de curas que actuaron como sujetos activos de la barbarie. Desde sus púlpitos azuzaron a los asesinos para que mataran liberales y comunistas “come niños”. Esa relación entre religión y crueldad es tan antigua como las huellas de los caballos de los colonizadores de toda procedencia y calaña, no solo en Colombia, sino en Latinoamérica.
Con la terminación del siglo XX surgieron cientos de relatos del “fin del mundo”, lo que generó, en las mentes religiosas, una especie de hibridación paranoica mediante la cual estas narraciones se mezclaron para generar ansiedad en las masas. Las seudo teorías mayas, las profecías de Nostradamus, los neo relatos del anticristo y las teorías apocalípticas-científicas de mega tsunamis, invasiones alienígenas, mega terremotos y otro sinnúmero de relatos, invadieron la mentalidad de los asustadizos sujetos que inauguraban el siglo XXI, sumidos en el pánico.
Este efecto psicológico de masas se convirtió en el terreno fértil de las religiones, un negocio basado en la incertidumbre y el miedo. Y por supuesto los políticos, cuyo mejor oficio es vender falsas esperanzas, vieron en el escenario una oportunidad de oro para contrarrestar la oleada de cambios que se avizoraban en el despertar del pueblo aupado por el desconcierto del modelo imperante en el fin del siglo.
La religión y la política están construidas con símbolos, discursos falsos y seres heterónomos cuyo fanatismo cimienta feligreses y/o seguidores. Caudillos y pastores son rostros de un solo totalitarismo, ambos trabajan con el miedo y la incertidumbre. Por eso, ante una masa que asistía al despertar de un nuevo siglo lleno de múltiples indecisiones, lo mejor era venderles el falso refugio de la religión incrustado en la política.
La alianza entre las grandes cadenas de iglesias de todo tipo y los movimientos políticos conservadores de la región, fueron elaborando un nuevo discurso político que rápidamente caló en la población desesperanzada. Para el año 2000 en Colombia se calculaba que cerca del 60 % de la población se declaraba católica, pero durante los primeros 10 años del siglo XXI, el crecimiento de las filiales y el surgimiento de iglesias de corte protestante, según la encuesta Barómetro de las Américas, fue del 25 % (...)

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