La
cuestión de
salud o economía ha mutado en los entornos inmediatos en el
dilema salud (de otros) o vida cotidiana (mía), incluyendo cosas como
la diversión nocturna o simplemente el estar juntos. No es fácil
responder a este dilema y no es fácil que adolescentes y gente joven lo
elabore, como tampoco es fácil que la gente mayor y población de riesgo
reflexione y responda con algo más que ira cuando ve a alguien sin
mascarilla. Si no pensamos bien en la profundidad de este d
ilema
no tendremos buenas razones para imponer sacrificios a toda la
sociedad. De un lado está la necesidad de que la vida continúe con todas
sus formas de expresión, incluidas aquellas en las que se reproduce
como la economía y las relaciones sociales y afectivas. Del otro lado
está algo invisible que mata y daña discriminando a capas de la
población. El problema no está solo en que el virus sea peligroso, algo
que comparte con muchos otros como el dengue, el ébola sino que, como
ocurrió con el VIH, el vector de contagio es la conducta de otro ser
humano: "lo que tú haces -podemos decir- puede matarme a mí", a lo que
el joven podría responder "tú vives porque yo puedo trabajar y
mantenerte (o porque lo podré hacer en unos años". Necesitamos hacer
explícito con toda su crudeza este dilema y elaborar una respuesta
colectiva que, como todo, solo puede terminar en una negociación también
colectiva. "Si tú me matas --se puede argumentar de una parte-- la
sociedad que construirás estará basada en la indiferencia y la muerte";
"si prevalecen solo tus intereses y egoísmo --se puede afirmar desde la
otra-- estarás explotando a las generaciones más jóvenes como si el
mundo fuese una gerontocracia". Sabiendo que este dilema es trágico, el
esfuerzo de todos debe ir, como tantas veces se está aconsejando, a
controlar los comienzos, a la atención primaria y a centrar el esfuerzo
en que la vida siga para todos estableciendo los controles de forma
progresiva.
Saber negociar bien este dilema será un ejercicio para muchos otros dilemas trágicos sobre los que se sostiene la sociedad.
+ Derecho a Morir Dignamente - España · elcomercio.es 23/7/20
Fernanda del Castillo, presidenta de
Derecho a Morir Dignamente - Asturias reivindicó ayer en la Comisión sobre la gestión del
#COVID19 "un cambio de modelo que
produzca menos daños a los pacientes en situación de final de vida, más
claridad y entendimiento acerca del testamento vital para facilitar los
trámites, en lo que ha de implicarse la Administración, y derecho a
cuidados paliativos y a acompañamiento para evitar situaciones de
soledad extrema".
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