Fernando Broncano R · eldiario.es 21/8/20
El
consejero de educación de la Comunidad de Madrid está intentando con
una malicia que tiene su mérito enfrentar a padres desesperados con el
profesorado. La metáfora de: " las cajeras fueron a su trabajo sin
rechistar, vosotros sois unos privilegiados" es realmente digna de
figurar en la antología de los antagonismos de clase. Habría mucho que
analizar sobre esta metáfora, pero hay dos diferencias rápidas.
1) los supermercados y tiendas adaptaron inmediatamente su modo de vender para proteger a dependientes y clientes, cosa que no ocurre ahora en los colegios.
2) El trabajo de la educación tiene algo de especial: ciertamente tiene un componente económico: los colegios tienen una función de guardería mientras los padres trabajan. Vale. Pero dentro de los colegios no hay mercancías, clientes y dependientes, sino niños, jóvenes y profesores que conviven varias horas al día en un trabajo muy especial que se llama educación.
Seguramente tiene en la cabeza lo mismo que ocurrió con los hospitales en los primeros momentos: no importa que los pasillos se llenen de gente por los suelos esperando ser atendidos, el hecho es que ahí está el edificio y ya se irá viendo.
Pero esa improvisación, ese descuido por todo lo que no es el mercado es lo que los sindicatos ponen en cuestión y los padres deben entender, como lo entendieron rápidamente los primeros enfermos, que un desastre en los comienzos del colegio solo contribuye a aumentar el caos y poner en peligro a todos, incluidos los padres y profesores, pero sobre todo la tarea esencial de la educación.
No es que el profesorado sea más cobarde que los trabajadores del supermercado -ahí está la insidia de sus declaraciones-, es que están preocupados porque no saben cuáles son los planes del consejero. Si van a contratar tanto profesorado como rastreadores de contagios, y esto es lo que parece, el desastre está asegurado. ¿Han comenzado ya a contratar? ¿han comenzado en los colegios las adaptaciones físicas y de horarios? ¿han establecido ya las normas para padres, alumnos y profesorado? ¿no tendrían que haberlo hecho antes de vacaciones? Nunca se vio tanta insidia e improvisación.
1) los supermercados y tiendas adaptaron inmediatamente su modo de vender para proteger a dependientes y clientes, cosa que no ocurre ahora en los colegios.
2) El trabajo de la educación tiene algo de especial: ciertamente tiene un componente económico: los colegios tienen una función de guardería mientras los padres trabajan. Vale. Pero dentro de los colegios no hay mercancías, clientes y dependientes, sino niños, jóvenes y profesores que conviven varias horas al día en un trabajo muy especial que se llama educación.
Seguramente tiene en la cabeza lo mismo que ocurrió con los hospitales en los primeros momentos: no importa que los pasillos se llenen de gente por los suelos esperando ser atendidos, el hecho es que ahí está el edificio y ya se irá viendo.
Pero esa improvisación, ese descuido por todo lo que no es el mercado es lo que los sindicatos ponen en cuestión y los padres deben entender, como lo entendieron rápidamente los primeros enfermos, que un desastre en los comienzos del colegio solo contribuye a aumentar el caos y poner en peligro a todos, incluidos los padres y profesores, pero sobre todo la tarea esencial de la educación.
No es que el profesorado sea más cobarde que los trabajadores del supermercado -ahí está la insidia de sus declaraciones-, es que están preocupados porque no saben cuáles son los planes del consejero. Si van a contratar tanto profesorado como rastreadores de contagios, y esto es lo que parece, el desastre está asegurado. ¿Han comenzado ya a contratar? ¿han comenzado en los colegios las adaptaciones físicas y de horarios? ¿han establecido ya las normas para padres, alumnos y profesorado? ¿no tendrían que haberlo hecho antes de vacaciones? Nunca se vio tanta insidia e improvisación.
Javier Peteiro Cartelle La
miseria humana se encarna a veces de un modo tristemente brillante. Une
a la improvisación (generalizada, por otra parte), la ignorancia
culpable. Considerará, como tantos "gestores", gerentes y directivos,
que la educación y la sanidad siguen el mismo criterio que una fábrica con
sus fines de eficiencias y calidades y demás parafernalia terminológica
estéril. Pero hay que ser burro para no ver que, además de profesores y
padres, hay niños en juego en esta historia, niños que pueden
contagiarse y contagiar y no sólo eso, también enfermar y morir incluso.
Habla alguien para dar ejemplo de algo. No parece el más idóneo para
hablar de "comer y tener luz". Parece que él no tiene problemas en este
sentido tampoco; no sólo los profesores. Me pregunto, ¿Por qué tanto
odio? La respuesta me resulta evidente, pero prefiero reservármela.
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