miércoles, 20 de enero de 2021

El poder del Ejército y el artículo de la Constitución que hace soñar a los golpistas

 Ana Mendiola M.: Me ha gustado y como no tengo móvil os lo comparto por aquí.

ELSALTODIARIO.COM      Pablo Elorduy   10 ENE 2021

Los movimientos protogolpistas de una serie de militares retirados son el último síntoma de la crisis de las instituciones en España. Cuatro décadas después de la Transición, las Fuerzas Armadas siguen siendo el mismo poder fáctico que impuso límites a la democracia y aseguró que un artículo de la Constitución las facultase para intervenir si detectaban que la “unidad de la patria” o la soberanía están en peligro.


Tienen su propia universidad, su farmacia, sus seguros, sus residencias vacacionales, centros deportivos y bibliotecas. Se administran por su cuenta, y sus pensiones y prestaciones van en una caja distinta a la del sistema de la Seguridad Social. Tienen una Justicia distinta a la que se aplica para cualquier otro ciudadano, y las deliberaciones de esos procesos no son de dominio público salvo en el caso de que lleguen al Tribunal Supremo. El mandato aconfesional de la Constitución Española ni está ni se lo espera: de hecho tienen una catedral propia. Se ha definido a las Fuerzas Armadas como un “Estado dentro del Estado”. Indiscutiblemente, si existe eso que se ha llamado “Estado profundo”, los militares tienen su silla en el consejo de administración, a la derecha de la de los servicios secretos. Hubo un tiempo en el que cualquier noticia sobre el “malestar” de sus altos mandos cambiaba el tono de piel de ministros y presidentes. En 2020, ese tiempo ha vuelto.

La banda sonora del ruido de sables la ha puesto la publicación de dos cartas enviadas por militares retirados de la XIX promoción del ejército del aire y la XXIII promoción de la Academia General Militar de Zaragoza. Cartas dirigidas al rey Felipe VI y, en el primer caso, también a David Sassoli, presidente del Parlamento Europeo. Junto al contenido de un chat privado de la XIX promoción —en el que un general de división aseguró desear el fusilamiento de 26 millones de personas—, las cartas han sido identificadas, en su estilo y por el contexto político, con el programa de Vox. 

Entre todos los elementos inquietantes de este despertar de los sables, uno de los más relevantes es el hecho de que al menos uno de los firmantes de la carta de la Academia de Zaragoza sea agente “retirado” del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), y que según Voz Pópuli hayan firmado la carta entre cinco y diez exmiembros más de “La Casa”, como se conoce a los servicios secretos. En los últimos años, el CNI ha variado su composición y dado entrada a más y más agentes civiles pero en su origen y su historia sigue funcionando como un apéndice de los altos mandos de las Fuerzas Armadas. (...)

Tolerancia ultra

Los episodios de exhibicionismo de ideas de ultraderecha han tenido respuestas moderadas. El 16 de diciembre, el Ejército anunciaba que un suboficial y dos soldados, protagonistas del vídeo de la base de Paracuellos del Jarama, habían sido sancionados con una falta leve, cuyo máximo castigo puede ser 14 días de arresto. Las sanciones provocadas por un manifiesto de apología del dictador Francisco Franco firmado por un millar de militares alcanzaron apenas a cinco de los firmantes y fueron igualmente “leves”, según las informaciones facilitadas por el Ejército. 

Juan Carlos Rois critica el ingenuo “maximalismo” de propuestas políticas que, sin embargo, son completamente minimalistas a la hora de discutir la capacidad de las Fuerzas Armadas.

Ese es otro de los puntos delicados de una de las potestades de las Fuerzas Armadas: el hecho de que su Justicia no es pública, de modo que no se pueden examinar las deliberaciones en estos y otros procesos, como por ejemplo los de acoso y abuso sexual. Una anomalía en la Unión Europea, como reseña Luis Gonzalo Segura: “En los últimos cien años la justicia militar en Alemania solo existió en tiempos de Hitler; en Francia desapareció en los años 80”.

En junio de 2020, la ministra de Defensa alemana, Annegret Kramp-Karrenbauer, anunciaba la disolución de una de las unidades del Kommando Spezialkräfte, las fuerzas especiales del ejército, por la infiltración de agentes de la extrema derecha. En Italia, el escándalo de la logia Propaganda Due, en los años 80, convulsionó el panorama político y arrojó luz sobre los vínculos de altos mandos militares con el fascismo en el marco de la Operación Gladio y las prácticas de contrasubversión y terrorismo de Estado.

El caso español se presenta, sin embargo, como una historia de éxito. Después del 23F, y a pesar de que hubo dos tentativas golpistas más, se terminó oficialmente la tentación “nostálgica” en el seno de las Fuerzas Armadas. La integración en la OTAN ─que, de hecho, fue uno de los detonantes de la caída del presidente Adolfo Suárez─ transformó la idea de las Fuerzas Armadas mediante el uso de la propaganda en torno a la idea de un “ejército humanitario” y la entrada en conflictos fuera de nuestras fronteras. 

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