martes, 9 de marzo de 2021

España ni para los españoles, de Iñaki Zubeldia Otegi

 


España ni para los españoles | Iritzia | GARA Euskal ... - naiz:


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red A veces intento ponerme en la piel de un hombre honrado nacido en cualquier barriada obrera de Madrid, que sueña y vota por una España decente. Sin duda vivirá escandalizado porque su Rey, al que miró esperanzado cuando aprobó la Constitución, esté señalado como caco voraz y putero público. Y se preguntará, tonto no es, si su sucesor y actual monarca no sabría nada de cuanto ocurría en su propio hogar, ni nunca vio la máquina contadora de billetes, ni se preguntó jamás de dónde sacaban sus padres tanto amasijo de plata. Nuestro buen hombre deducirá que si no lo sabía, ni nunca vio, ni oyó, ni sospechó nada de los tejemanejes paternos, demuestra tener unas entendederas tan endebles que lo inhabilitan hasta para optar a una concejalía en Aldeanueva de Cameros, perdone su vecindario por la insinuación. Y al comprobar que la gran mayoría de partidos españoles aplauden a rabiar a la Monarquía, nuestro hombre, humilde pero sagaz, deducirá que lo hacen porque son tal para cual. Compinches.
(...)
"Es posible que haya dos Españas, como decía Machado, pero siempre afloró una: los mismos borbones, espadones, oligarcas y obispos, bien cebados por un vasallaje servil de prensa, jueces, partidos y sindicatos. Una España «de ladinos y fantoches, cuya leyenda negra es su propia historia», dijo Valle-Inclán.
Por eso es tan triste ser español en España: porque no tienen escapatoria. Un vasco, un gallego, un catalán, un canario, incluso un patriota andaluz, puede soportar el carnet de identidad español porque tiene una ilusión y un plan de futuro en el bolsillo. Se siente libre porque escucha el ruido de sus cadenas cuando se moviliza. Conoce su opresión y espera su hora agazapado, «en el surco, como el arado espera», hasta que opta por zafarse y se levanta –Catalunya ayer– con los suyos, su clase y su paisanaje, buscando un acomodo más amigable en el mundo. Ya señalaron los clásicos que el primer paso hacia la solidaridad internacionalista es la propia liberación nacional.
Hoy, en el Estado español, ser independentista es más que una legítima opción política: es un acto de dignidad colectiva, una rebeldía libertaria, una esperanza social. Más aún, es la mejor forma de ser solidario con los españoles que anhelan zafarse del yugo que arrastran desde generaciones y que, pese a lo que soñara Miguel Hernández, no tiene ningún viso de cambiar dentro de la jaula estatal. Más certero anduvo el gallego Castelao, para quien España era la antítesis de República, justicia social, democracia, laicismo y decencia política. «Cuanto antes sean libres ustedes, antes lo seremos nosotros», nos dijo un dirigente del Sindicato de Obreros del Campo andaluz hace tiempo. En ello andamos, cada día más gente. Y es que esta España no la merecen ni los españoles".

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