BLOGS.PUBLICO.ES Curra Diaz de Montenegro Por una Plataforma Electoral de Izquierdas Unitaria para las elecciones
Como el huevo de la serpiente, la amenaza fascista siempre la hemos tenido ahí aunque no le hiciéramos caso, pero lo sabíamos. Tras la muerte de Franco siguió ahí con Arias Navarro, con la matanza de Atocha, con los guerrilleros de Cristo Rey sembrando el pánico en el Rastro madrileño cada domingo… El único alivio era que en el Congreso solo tenían un representante: un exaltado notario llamado Blas Piñar. Manuel Fraga y sus seis primeros socios en Alianza Popular pusieron la bases para absorberlos, al fin y al cabo eran hermanos de leche, y cuando la UCD desapareció, se las ingenió para ir integrándolos poco a poco hasta conseguir que lo votaran a él tanto nostálgicos del franquismo como católicos apostólicos, romanos y herederos varios de las prebendas de la dictadura.
Cuando fracasó el golpe de Estado del 23F y llegaron las elecciones en octubre del 82, Fraga se aplicó en la recolección hasta el punto de multiplicar por cinco sus votantes, obtener más de 100 diputados y convertirse así en flamante jefe de la oposición al Gobierno de Felipe González. A partir del 89 Aznar amplió el espectro y continuó albergando en su seno a cualquier desaprensivo que pululara por ahí con veleidades fascistas. Así, el huevo de la serpiente pasó décadas hibernando entre sotanas, togas y uniformes, a pesar de que los socialistas le mantuvieron prácticamente todas sus privilegios a las castas supervivientes del franquismo. Modernizaron el ejército (un poquito), les dejaron la enseñanza y el adoctrinamiento religioso, que incluso contribuyeron a potenciar, y apenas metieron mano en el mundo de los tribunales.
El huevo de la serpiente estaba ahí, transparente, para que lo pudiera ver todo el que tuviera ojos en la cara. Unos se lo tomaban a broma, otros optábamos por no dramatizar y tendíamos a quitarle importancia, quizás porque pensábamos que iban de farol y que total, el PP le estaba haciendo a la democracia el favor de tenerlos controlados ¡Qué ingenuidad! Los franquistas y filonazis españoles, ellos y sus herederos, votaban PP mientras poco a poco lo iban colonizando. A sus pechos crecieron cachorros que habían mamado los modos y maneras que la dictadura dejó en nuestra vida cotidiana: la mujer con la pata quebrada y en casa, los homosexuales eran maricones y se utilizaba el término como insulto, los profesionales del humor llenaban la salas donde ridiculizaban a mariquitas, gangosos y minusválidos, estaba bien visto hablar mal de los gitanos, de los negros, llamar moros a los marroquíes o a los argelinos en plan despectivo (…)
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