PUBLICO.ES SEVILLA 2/04/2021 MARÍA SERRANO
Queipo de Llano extendió su maquinaria de la muerte apoyándose en Díaz Criado y Bohórquez –enterrado también en La Macarena– y consiguió agenciarse el cortijo de Gambogaz con dinero del Banco de España.
Manuel Díaz Criado, delegado militar de orden público, elegido a dedo por Queipo de Llano, era un ejemplo claro de sádico indescriptible. No le temblaba el pulso a la hora de elegir las sentencias de muerte en los primeros meses de guerra. Una limpieza sistemática, sin duda, que marcaba con la consigna secreta X-2 para las sacas y fusilamientos que le venía en gana. Cuentan los testimonios que llegaba incluso de las juergas y orgías a su despacho a las cuatro de la tarde y nunca admitía visitas. Solo las mujeres jóvenes eran recibidas a puerta cerrada.
La impunidad era de tal calibre que a veces aquellas sentencias las conmutaba por teléfono: "Este, aquel que vio usted el otro día que es gordo y calvo. No, este no. Esperaremos". Desde un café o cualquier antro en el que se encontrara, el capitán firmaba "sentencias de muerte a toda prisa". Permanecía un rato trabajando, y, ya de día, se iba a dormir. En medio de sus orgías y excesos "despachaba los expedientes de los que mandaba a fusilar a toda prisa", relata Juan Ortiz Villalba a Público. Firmaba unas sesenta diarias, sin tomar declaración a los detenidos en ninguno de los casos.
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