LAULTIMAHORA.ES 5 de mayo de 2021
Él ha demostrado que la izquierda española puede ser algo más que un folklórico convidado de piedra del turnismo bipartidista, pero la cloaca mediática ha demostrado que está dispuesta a despedazar a quien ose volver a intentarlo.
“Si no estáis prevenidos ante los medios de comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido”. La icónica frase de Malcolm X, asesinado en 1965 en Nueva York, en la actualidad está aún más vigente que cuando fue pronunciada. Y en España aún más.
Cuando, con una especie de macrofiesta sin medidas de seguridad en plena pandemia de coronavirus bajo sus pies, Isabel Díaz Ayuso se asomó anoche al balcón del edificio que acoge la sede de su partido –edificio que el PP va, o iba, a vender, no se sabe bien si por su insoportable olor a chorizo o porque no puede, o no podía, sostenerlo económicamente– para celebrar que la suma de derecha ultra y ultraderecha había alcanzado la mayoría absoluta en las autonómicas de este 4M en Madrid, algunos vieron reflejada en ella la imagen de Vivienne Rock, histriónica telepredicadora, interpretada por Emma Thompson, que llega a primera ministra británica en la distópica serie de HBO ‘Years and Years’ (...)
A las fechorías de ese poder mediático tan particular y tan volcado ya sin ambages en la intoxicación y la mentira –algo que ni está ni puede estar amparado por la libertad de información– se debe buena parte –no todo, pero sí buena parte– del resultado del 4M.
Muchos de los miembros de ese poder mediático pasaron prácticamente de un día para otro de propagandistas del franquismo a propagandistas del régimen del 78 –fieles al relato impulsado por las élites que impulsaron la Transición de un régimen al otro–, y algunos de ellos lo hicieron incluso sin dejar de ser propagandistas del franquismo. Periodistas a quienes entonces se permitió empezar a ser ‘demócratas’ sin dejar de ser fascistas y a quienes ahora se permite empezar a ser fascistas sin dejar de ser ‘demócratas’, completando así un viaje de ida y vuelta demasiado previsible (...)
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