Fernando Broncano R 30 ABR 2021
Supongo que a mucha gente no le importa nada la caligrafía, ni la tipografía, ni el la gran controversia entre letras seriff y sans-seriff que ha recorrido la historia de las pantallas y de los documentos impresos. A mí, sin embargo, las cuestiones de tipografía me importan sobremanera: me hacen feliz o infeliz. Leer con letra Arial me produce dolor de cabeza, casi tanto como leer textos de alumnos a quienes la escritura a mano les parece una cosa del pasado y producen garabatos irregulares e ininteligibles. La TimesRoman no está mal pero siempre la asocio a la escritura estándar académica, como si tuviese un efecto causal sobre el pensamiento que llevase a razonar con las normas APA. Yo tuve épocas de Garamond, luego pasé un tiempo por Georgia, cercana a la Times, y hace años que me he situado en la Baskerville Old Face, una letra muy vintage que parece salida de un periódico del XIX pero que a mi me tranquiliza y me permite trabajar.
Cuando fundamos la segunda época de Theoria (ahora merecidamente Q1) Miguel Sánchez Mazas dedicó más de una sesión en el consejo a elegir el tipo de letra. Estaba obsesionado con una cuyo origen estaba en Leibniz y en la espiral (eadem mutata resurgo). No estuve de acuerdo con la letra elegida (son horribles los primeros números), pero le entendía perfectamente.
Me fijo mucho en la tipografía y en la caligrafía, seguramente por creencias irracionales en que hay relación entre el carácter de la gente y su letra o la letra que eligen. Me he pasado años imitando la hermosa letra de mis padres, maestros los dos, que tenían una hermosa cursiva que desde niño tanto me atraía. No lo he conseguido del todo, por supuesto. Lamento mucho que ahora no se insista tanto en la caligrafía, es uno de las pérdidas de nuestra cultura de la prisa. Cuando aprendí árabe en la universidad (solo dos cursos) me pasaba largos ratos ensayando sus bellísimas letras. No he tomado ningún curso de japonés, pero admiro mucho su admiración y respeto por la escritura. Parte del apocalipsis es que los jóvenes escriben cada vez más parecido a sus congéneres norteamericanos. Un desastre ecológico.
Cuánto me alegro que Microsoft quiera abandonar Calibri, una Arial descafeinada. ¿He dicho ya que odio la letra que ha elegido FaceBook? Estas tipografías forman parte de los daños que causan las plataformas.
No comentaré mucho sobre los tipos que eligen muchas editoriales españolas, pero les pasa lo mismo que a los actores de cine español, más que interpretar, declaman. ¿Por qué no usan tipografías acogedoras? (algunas)
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