Isabel Díaz Ayuso ha arrasado y su victoria incontestable es fruto de una campaña en la que se ha apelado a la emoción, en la que la candidata del PP ha presentado su gestión de la pandemia como un éxito que los datos desmentían y en la que el propósito no era solo ganar en Madrid sino plantear estos comicios con la vista puesta en las próximas generales. El 4M ofrece una foto del momento político que va más allá del resultado de este martes como demuestra la renuncia de Pablo Iglesias, quien ha anunciado que abandona la política para facilitar la renovación imprescindible que necesita Podemos.
La política líquida se ha impuesto
Ayuso respondió al desconcierto general provocado por la pandemia con una mezcla de falta de escrúpulos y audacia que ha funcionado. Sin principios pero con una estrategia clara y llevando al extremo la tesis acuñada por Zygmunt Bauman se ha beneficiado de esa combinación de incompetencia e ignorancia que ya señaló el sociólogo polaco y que provoca que a menudo los ciudadanos seamos incapaces de combatir las amenazas que tenemos delante. En una sociedad atribulada, su simpleza, más estudiada y peligrosa de lo que parece, ha triunfado.
Parapetada en un agravio inexistente, convirtió a Pedro Sánchez en su rival, como si Madrid no tuviese las mismas competencias que el resto de autonomías, también las del PP, como si el resto de comunidades estuviesen aplicando medidas más restrictivas por gusto, también las del PP, como si las otras capitales europeas, incluso a menudo con cifras de contagios y muertes inferiores, tuviesen los restaurantes cerrados porque no les gusta disfrutar de la vida como a los madrileños. La libertad, mal entendida aunque bien empaquetada, se ha convertido en uno de los eslóganes de campaña más frívolos y efectivos que se recuerdan. La polarización ha movilizado y desde los extremos se han arañado unos votos a un centro difícil de identificar viendo la debacle sufrida por Ángel Gabilondo. La única esperanza para la sensatez es el buen resultado de Mónica García, que ha hecho del sentido común su mejor baza. Además se ha confirmado que por más que algunos insistiesen en presentar a Ciudadanos como una fuerza bisagra, sus electores siempre tuvieron el corazón y el bolsillo en la derecha.
La derecha de Madrid no es como la europea. ¿Y la española? (...)
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