ELDIARIO.ES Olga Rodríguez 12 de abril de 2021
"La equidistancia ante el atropello de los derechos humanos no es el punto intermedio, es una peligrosa toma de partido. Corremos el riesgo de llegar a un momento en el que tengamos que preguntarnos: ¿Cómo pudo pasar? ¿De verdad aún no sabemos la respuesta?"
Los medios deciden de qué se habla y cómo se habla de lo que se habla. Y desde hace varios años algunos de ellos inoculan veneno a través de periodistas que fuera de los focos presumen de que los representantes políticos pasan mientras ellos permanecen, sin necesidad de que nadie les vote en las urnas ni de agotar mandato. Ante ese veneno el presentador o presentadora muchas veces ni rebate ni cuestiona, y por lo tanto, queda, se normaliza, deja de ser escandaloso.
Demasiados canales han legitimado formatos de griterío en los que caben falsedades, tergiversaciones, gestos de desprecio al interlocutor, y otras cuestiones más sutiles pero igual o más dañinas precisamente por no ser tan detectables: simplificación, planteamientos de temas baladíes que suponen un desvío de atención en detrimento de lo importante, politiqueo frente a la Política, reduccionismos.
Es cotidiana la equidistancia en el tratamiento de noticias que dan la misma credibilidad a una afirmación y su contraria, al agresor y a la víctima. Cuento a menudo este hipotético ejemplo: imaginemos que estamos en la II Guerra Mundial y leemos en la prensa: "El rabino del gueto de Varsovia dice que los nazis están masacrando a los judíos. Goebbels lo niega". Punto final. ¿Dónde está la realidad aquí? La equidistancia ante el atropello de los derechos humanos no es el punto intermedio, es una peligrosa toma de partido. Corremos el riesgo de llegar a un momento en el que tengamos que preguntarnos: ¿Cómo pudo pasar? ¿De verdad aún no sabemos la respuesta?
Cómo pudo pasar, se preguntaron en Alemania tras el genocidio perpetrado por los nazis. Cómo pudo pasar, se preguntaron en Ruanda, después de que diversos medios –y sobre todo, la Radio Mil Colinas, condenada posteriormente por el Tribunal Penal Internacional para Ruanda– inyectaran el odio en la sociedad a través de sus mensajes diarios. Cómo pudo pasar, se preguntaron en la antigua Yugoslavia, donde los medios de comunicación también jugaron su papel. Cómo pudo pasar, se preguntaron en EE.UU. después de años de racismo institucionalizado, con titulares, editoriales y columnas que justificaban el odio al negro, a la lucha por los derechos civiles, el supremacismo blanco (...)
+ George Gonzalo 25/4/21
CRISTINA FALLARÁS: En España no hay extrema izquierda ni dos polos. En España hay extrema derecha conectada con el fascismo y la violencia, por un lado, y por el otro están la decencia, la lucha por la igualdad y el reparto de la riqueza, el feminismo, la denuncia de la corrupción de más de la mitad de la clase política, la devastación de lo público, el robo sistemático a la clase trabajadora, el desprecio por la Cultura, la carga bestial contra la inmigración, la defensa del franquismo y los franquistas…
No hay comentarios:
Publicar un comentario