domingo, 16 de mayo de 2021

Loving Pablo…(el nuestro), de HUMOR EXTRAÑE

Creo que me he roto una mano de tanto aplaudir...

Esta mañana uno de los dos profesores de religión de mi instituto ha llegado tan ufano a tomarse el café. Ha contado a la cantinera que se había pasado la noche bebiendo, de juerga en su casa, para celebrar la victoria de Miguel Ángel Rodríguez y su muñeca diabólica. Su compañero de sinecura hoy no ha venido, porque se ha tomado dos días libres. Este otro, que nunca da clase de nada (sus alumnos se pasan masivamente a mi asignatura de Valores éticos, con o sin permiso de dirección), y que tiene una pinta de alcohólico que tira de espaldas, se ha ido por lo visto a visitar a su madre, o eso ha alegado. Pero su compañero de no-materia le disculpa, porque, según ha dicho textualmente, “por dos días que los alumnos se pierdan la clase de religión no van a ser más santos…” He mantenido la boca cerrada. Ya sabéis que los profesores de religión están en la pública sin pasar por oposición alguna, y que generalmente acostumbran a poner 10 a todos sus alumnos de todos sus grupos de todos sus años de profesión para que así sus clientes repitan y se matriculen el curso siguiente. Para ello, basta con convertir sus clases en un Cine-Fórum permanente, desde La historia más grande jamás contada hasta alguna cinta rara sobre budismo, que aquí no se respeta ni eso que escuchó George Barrow vendiendo Biblias en España: “yo es que no creo ni en mi religión, aunque sea la verdadera”. Cualquier religión les parece buena, si mantiene a la feligresía muda frente a la pantalla, y creer me parece que ya no creen en nada. Luego, a primera hora, tras terminar la lección regular, un grandullón de Bachillerato ha sentado cátedra frente a sus compañeros de que no importa quién gane o pierda, mientras se elimine el toque de queda. También he mantenido la boca cerrada. Y en la siguiente, segunda hora, un chico majo y listo de origen marroquí de Segundo de la Eso ha expresado su ferviente deseo de ser como Pablo Emilio Escobar Gaviria, al que idolatra con todos sus patronímicos y aún a sabiendas de que ponía bombas en autobuses escolares -se ha visto todos los videos de Popeye, el chaval, y la idea insinuada por mí de que los narcos mueren jóvenes hasta le parece romántica… Todo eso me ha parecido un buen resumen en miniatura de lo que ocurrió ayer en Madrid: los parásitos han votado a la Ruperta porque veían peligrar sus menesterosos chollitos, y el resto de la población o bien ha votado “libertad” frente a las medidas anti-covid o bien tienen la edad mental de mi chico de Segundo y les pone mogollón el descaro trumpiano, ya está, así de serios somos, ese es el esqueleto democrático de la capital del reino en 2021(…)

 Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, muchos británicos de a pie se acercaron bajo la residencia de Winston Churchill a cantar esa tonadilla universitaria de sólida y bizarra camaradería masculina, ya la conocéis: “¡porque es un chico excelente, porqueeeeee es un chicoooooo exceleeeeeeente!”. Pues mira, si no voy esta noche a hacer lo mismo al famoso casoplón de Galapagar es, primero, porque me da corte, segundo, porque no tengo con quién, y, por último, porque lo llamarían “culto a la personalidad”… Así que también en esto mantendré la boca cerrada. Pero que conste que no volveremos a ver a alguien decente tomando la iniciativa de hacer algo grande y decente en este país indecente en mucho, mucho tiempo…


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