Ludy CaberoLa Revolución de los Payasos 19/5/21
Una gran columna de mentes llenas de odio desfila hoy cabizbaja. Los peligrosos invasores eran niños echándose al agua promovidos por los chantajes del dictador y primo marroquí
Gerardo Tecé 19/05/2021
La guerra que nunca existió ha acabado. Para cuando Santiago Abascal llegó a Ceuta con su mascarilla militar y exigiendo el despliegue inmediato de las tropas y la construcción de un muro, el ejército, el muro, Pedro Sánchez, Marlaska y un señor de Ceuta, que se quejaba de la invasión repentina de políticos, ya estaban allí hacía un buen rato. Fue ese el momento en el que alguien le explicó al líder de Vox que Marruecos había vuelto a cerrar el paso fronterizo y que la fiesta había acabado. Menos mal. Imaginen que, con la valla aún abierta, todos esos chavales –había tantos que parecían alemanes llegando a Mallorca– hubiesen vislumbrado al otro lado a un tipo que cumplió el sueño laboral de todo ser humano con aspiraciones: levantarse 90.000 euros al año rascándose la barriga en casa. El efecto llamada hubiese sido tremendo.
Una gran columna de mentes llenas de odio desfila hoy cabizbaja de vuelta a casa tras la pesadilla vivida en estas últimas horas. Tras una ola inicial de entusiasmo e intento de venta al por mayor de una peligrosa invasión musulmana, la cruda realidad llegó imponiéndose y estropeándolo todo. Los peligrosos invasores eran niños echándose al agua promovidos por los chantajes del dictador y primo marroquí. Al fin les hemos puesto cara a los terribles “menas”. Malditos sean los que fomentan que niños se lancen al mar y malditos quienes criminalizan a esos niños. El drama ultra se puede resumir en una imagen icónica: miembros del ejército español abrazando a los invasores y las oenegés echándoles una manta por encima. ¿Niños? Algunos tienen edad de servicio militar, protesta aún algún ultra intentando la remontada y, de paso, demostrando nula empatía: Abascal lo pasa mal cada vez que alguien saca el tema de la mili. Imágenes de humanidad a pesar de todo. Imágenes que, a los pirómanos, se les aparecerán en sus peores pesadillas durante algún tiempo. No demos al odio por vencido: si surge un nuevo fuego, volverán a tener una lata de gasolina a mano.
Marruecos vuelve a cerrar sus fronteras y, con ello, a quitar de nuestra vista la pobreza. Hasta nuevo chantaje. Pagar a dictadores miserables para no tener que ver pobres de cerca es, de hecho, lo que hoy día define a Europa como una sociedad del bienestar. Que Europa sólo tenga un Nobel de la Paz me parece quedarse cortos. Las primeras hipótesis apuntan a que el precio a pagar esta vez ha sido, de nuevo, que España ceda ante los caprichos de la dictadura marroquí. La casualidad ha querido que justo al cerrarse las fronteras de Marruecos, la justicia española –independiente como ella sola, vaya pareado– haya reabierto la querella por genocidio contra el líder saharaui Brahim Gali, cuya hospitalización en La Rioja ha sido origen del conflicto fronterizo. ¿Qué podría salir mal en un futuro construido sobre la aceptación de los chantajes de un dictador que desprecia los Derechos Humanos?
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