Adolescentes realizan investigaciones sobre el cáncer, el envejecimiento o la materia oscura en Las Musas, un centro público en el que han aprobado la EvAU 909 de 910 estudiantes presentados en 11 años
En este instituto se habla desde hace algún tiempo del “orgullo de los musos” y hay razones sobradas para considerar que el término es más que merecido. En este centro, alumnos y alumnas de entre 16 y 17 años investigan en materias tan aparentemente insospechadas como la hipoacusia y su tratamiento, las enfermedades autoinmunes endocrinas, la hipótesis del envejecimiento asociado al telómero, la búsqueda de materia oscura con detectores de argón líquido o la asociación entre los subtipos moleculares del cáncer de mama, por citar algunos de los 27 proyectos de investigación del curso pasado. Algunos estudiantes también están involucrados en un proyecto de tres años, dirigido por dos científicas israelíes, para crear un nanosatélite con conceptos fisicocuánticos. Este instituto no está en Silicon Valley, ni tampoco en las cercanías de Massachusetts. Está en San Blas (Madrid), un barrio obrero. Y, además, es público.
Se trata del centro Las Musas, de ahí lo del “orgullo de los musos”. Su entrada principal está decorada con 11 banderas, las de aquellos países con los que tiene algún tipo de acuerdo de colaboración. De un tiempo a esta parte, cada verano está en obras, con los remanentes de un presupuesto modesto, para eliminar tabiques de ladrillo y sustituirlos por largas cristaleras. Es una forma de ir creando una decoración más moderna en su interior, más cercana a la estética de las compañías tecnológicas, dando entrada a la luminosidad y acabando con la imagen anticuada de la clase de ladrillo, pupitre y ventana.
Pero los éxitos de este centro educativo, donde reciben clase unos 800 alumnos de Secundaria y Bachillerato y 700 de Formación Profesional de la rama sanitaria, constan en las estadísticas oficiales. De los 910 alumnos que se han presentado a la Evaluación de Acceso a la Universidad (EvAU) en los últimos 11 años, 909 han aprobado sin problemas. Solo ha suspendido uno y fue el año pasado, el curso de la pandemia. Es más, la nota media de esos estudiantes ha alcanzado el 7,71, cerca ya del 8,14 del San Mateo, que es el primer instituto público en la clasificación de las buenas notas y el único de la Comunidad de Madrid que en su conjunto sigue el programa institucional “de excelencia”, diseñado por el Gobierno regional. ¿Cuál es la diferencia entre ambos?: en el San Mateo solo admiten alumnos con un curriculum excelente. En Las Musas no hay discriminación: siguen los criterios de admisión de cualquier otro centro público.
Por todo eso, en la secretaría del instituto Las Musas se han quedado 121 solicitudes sin atender para el próximo curso. No es una novedad. Ya sucedió el año pasado. Y el anterior. Y el anterior del anterior. La lista de no admitidos aumenta cada año por una especie de efecto llamada.
En las paredes del centro cuelgan recortes de prensa de diferentes medios de comunicación. Ahí está el reportaje enmarcado que publicó EL PAÍS hace tres años sobre Víctor Sierra, un chico de 17 años que consiguió la mejor nota en la selectividad en toda la región. También el que dedicó La Razón a Marta Platón, una alumna de 16 años que ganó el premio nacional de geometría de la Asociación de Matemáticos por un trabajo que había desarrollado durante el curso. O el que escribió El Mundo sobre el proyecto puesto en marcha en el centro de los mediadores, una figura que habían instaurado para que los propios alumnos aprendieran a resolver los problemas surgidos en el aula. Por esa iniciativa, el Ayuntamiento otorgó al centro un premio en 2017, que también cuelga en las paredes. La exalcaldesa Manuela Carmena aprovechó para escribir una carta de felicitación que se puede leer ahí mismo, y también se pueden leer las palabras que dedicó al centro Ángel Gabilondo, exlíder del Partido Socialista de Madrid, o las del propio Enrique Ossorio, actual consejero de Educación, que se congratulaba en 2019 de que el centro madrileño hubiera ganado el Premio Nacional de Educación Vicente Ferrer. A todo eso le acompaña otro gran triunfo del centro: en 2019 se convirtió en escuela embajadora del Parlamento Europeo, por cómo se da a conocer la democracia parlamentaria europea entre sus jóvenes.
40 años de historia
El IES Las Musas tiene 40 años de historia y se encuentra en el barrio obrero de San Blas, cerca del estadio Wanda Metropolitano, y es el proyecto de un hombre llamado José Antonio Expósito, su director desde hace seis años, empeñado en llevar la élite intelectual a la clase media y baja de una zona humilde. La enseñanza no se paga. Se disfruta y se trabaja. Ese lema le viene de antaño. “Yo estudié en un centro muy pequeño y muy sucio en Vallecas y quiero que los alumnos de la pública tengan la posibilidad de estudiar en las mejores condiciones para alcanzar los mejores resultados”, explica el director vallecano, de 57 años, mientras supervisa las obras que están llevando a cabo este verano.
Expósito, doctor en Filología Hispánica y experto en Juan Ramón Jiménez, procede de una zona humilde y es un fiel defensor de la premisa de que la gloria académica se consigue en parte gracias a la dignificación de los espacios, que deben ser modernos, transparentes y luminosos. Cuando pidió a la Comunidad dinero para construir un simple laboratorio de física y química, obligatorio según la normativa estatal, la respuesta fue un “no hay dinero”. Así que una de sus tareas es economizar en gastos básicos como la luz, el agua o la calefacción y gestionar descuentos y ofertas de empresas con materiales de calidad. “No puede ser que la mayoría de los centros públicos de la Comunidad de Madrid tengan el mismo aspecto que en los años ochenta. No puedes decirles a los alumnos que se juegan su futuro en un ambiente deprimente”, explica. “Hemos ido poco a poco y cuando hemos acumulado suficiente dinero, nos hemos lanzado. Todavía quedan zonas por arreglar, también hay que cambiar el mobiliario, que es del siglo pasado, pero este es el resultado”.
El suelo, de tarima flotante. Las aulas, separadas por cristaleras, para que la luz natural atraviese el edificio de parte a parte. Los baños, blancos impolutos, nuevos, como los de un hotel de cuatro estrellas. Con la reconstrucción, de hecho, han desaparecido los grafitis y las pintadas.
(...) La Comunidad no ha sido generosa con un centro que obtiene semejantes resultados. Expósito recibió dos negativas importantes: no entró en el programa de colegios bilingües y la Comunidad no aceptó su petición de recibir la consideración de centro con aulas de excelencia. A pesar de tales contratiempos, Las Musas se ha reinventado.
En lo referente al inglés, la nota media de sus alumnos en el examen de la EvAU ha sido este año un 7,86, por encima del 6,17 de media de todos los alumnos que se presentaron en la Universidad Politécnica. El 95,37% de los estudiantes de Las Musas aprobó, la mayoría con nota.
En cuanto a la excelencia, sucedió algo parecido. La Comunidad le denegó la posibilidad de impartir ese programa institucional para los más avanzados cuando lo solicitó en el curso 2017/18 y en el 2018/19. Según admite un portavoz de la Consejería de Educación, el Gobierno regional no lo consideraba necesario. Y entonces Expósito lo hizo necesario.
Entidades colaborativas
Así nació lo que denominó Proyectos de Investigación. Se trata, en este caso, de la oferta a los estudiantes que se presenten voluntarios realizar una investigación (que tendrán que elaborar entre primero y segundo de Bachillerato) similar a una tesina del tema que más les interese. Puede ser, según ejemplos recogidos en su libro anual, sobre el cáncer, la física cuántica o temas de historia y arte. Lo que a cada uno le inspire.
Para que la investigación se realice con la total garantía de éxito, Expósito ha conseguido involucrar a entidades como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), el de investigaciones cardiovasculares (CNIC), la Universidad Carlos III, la Complutense de Madrid, el centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS) o el Hospital Universitario de Getafe.
Por ahora, y va en aumento, 16 entidades de prestigio se han unido al proyecto y ponen a disposición de los alumnos a un investigador para que les tutorice y les acompañe en la difícil tarea de realizar un trabajo solvente y profundo, que después tienen que defender ante un tribunal. Varios de estos trabajos han recibido premios nacionales e incluso felicitaciones de eminencias de la ciencia, como el premio Príncipe de Asturias Amable Liñán, que se quedó entusiasmado con la exposición de la alumna Laura Barrón de su investigación Fundamentos de la Física Cuántica: teoría y simulaciones en Python.
NANOSATÉLITES, ARTE MATEMÁTICO Y 27 INVESTIGACIONES DE ALTO NIVEL EN UN INSTITUTO PÚBLICO DE MADRID
El día que sonó el teléfono del director de instituto público Las Musas, José Antonio Expósito, y se encontró al otro lado a la embajadora de Israel, Rodica Radian-Gordon, supo que iban por el buen camino. Ya no solo se presentaba él en los despachos de los demás, ahora le buscaban. En esta ocasión, Radian-Gordon le propuso formar parte de un trabajo nacional de tres años que estaría guiado por dos ingenieras aeroespaciales israelíes, Ana Heller y Shimrit Maman, para que los alumnos estudiaran cómo crear un nanosatélite, lo construyeran teniendo en cuenta conceptos fisicocuánticos y lo lanzaran al espacio para estudiar el cambio climático.
Expósito aceptó entusiasmado, se lo propuso a sus estudiantes y 25 de ellos se apuntaron. Pero lo importante en este caso es por qué Radian-Gordon eligió a Las Musas. Ella misma admitió el pasado marzo que conocía de primera mano su proyecto educativo y lo tuvo claro desde el principio, pues se ha convertido en referencia de proyectos de éxito.
Hace tres años, la Sociedad de Matemáticos (RSME) le dio, con ciertas reticencias, un premio nacional de GeoGebra (software matemático) al proyecto de una alumna llamada Marta Platón. No estaba mal el trabajo, todo lo contrario, estaba tan bien que no sabían si realmente lo había hecho ella, que en aquel momento tenía 16 años. Platón participó en la modalidad de arte matemático y su investigación sorprendió a los más entendidos porque fue capaz de encontrar una imagen del número áureo o la divina proporción en forma geométrica de la naturaleza. Cuando subió al estrado a explicar su proyecto dejó a todo el mundo con la boca abierta. Ya no cabía ninguna duda y recibió una ovación unánime (...)
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