sábado, 11 de septiembre de 2021

Revisionismo histórico: la batalla por el ayer para ganar el mañana

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 Vicente Barrachina      13/7/21

Lo pasado, pasado está. Sin embargo, a veces el pasado es también determinante para el futuro. Es incluso condición de posibilidad del mismo. Sin el pasado, no se puede crear futuro. Un físico explicaría que la materia no se crea de la nada, sino que surge a partir de la misma materia. Esta tesis, llevada al plano ideológico, significa que una idea tampoco puede surgir por creación espontánea, sino que esta debe sustentarse en una o varias ideas previas que mediante uniones, separaciones o modificaciones, den lugar a otra nueva.

Este proceso de formación de las ideas no siempre es comprendido, pero se muestra evidente cuando se analiza. Tomando como ejemplo las teorías que más han transformado el panorama político-social en los últimos tiempos: la filosofía de Karl Marx. El mito de este autor alemán lo presenta como el creador de una ideología revolucionaria jamás vista anteriormente.

A pesar de la veracidad de esta afirmación, pocas veces se menciona que su pensamiento está formado esencialmente a partir de la síntesis de tres doctrinas previas: los postulados de la economía política de la mano de autores como Adam Smith o David Ricardo, de algunas tesis hegelianas como la dialéctica y de la herencia de la filosofía kantiana. Esto, en ningún caso significa un demérito, sino que evidencia el proceso de formación de toda idea, por muy novedosa o revolucionaria que esta sea. 

Así pues, el pasado forma irremediablemente parte del futuro. No sorprende, por lo tanto, la insistencia y dedicación de algunas personas por conocer el pasado y por controlar la imagen que se tiene del mismo, con la intención última de poder legitimar proyectos políticos presentes y futuros.

En el caso particular de España, tras el final de la Guerra Civil, se inició de nuevo otra guerra, pero en esta no se utilizaban armas de fuego, sino que comenzó una encarnizada disputa por determinar el relato del conflicto que se instalaba en el imaginario colectivo. Gracias a los instrumentos estatales de propaganda de los que dispuso el régimen durante los 39 años de dictadura, el bando franquista también ganó de forma aplastante esta batalla.

Así pues, a día de hoy, aún perduran en la sociedad muchas de las mentiras que el régimen franquista se propuso difundir. Primero, porque casi cuatro décadas de adoctrinamiento dejan huella en varias generaciones y no se pueden revertir de la noche a la mañana; y, segundo, porque hay sectores políticos y económicos a los que no les interesa que los mitos del franquismo sean desmentidos.

De este modo, cuando se insiste en que “es mejor no abrir heridas”, lo que se pretende es que se perpetúe el relato de la dictadura y no se pongan en evidencia las mentiras del régimen que mucha gente todavía desconoce. En otras ocasiones, directamente se reproducen discursos con pruebas o datos falsos con la intención de manipular la opinión pública y crear una imagen colectiva sesgada de la historia.

En general, en un intento de mantener o perpetuar este imaginario falso que puede existir alrededor de los hechos del pasado, se pueden optar por dos estrategias: o bien oponerse y criticar a cualquier intento de hacer justicia con la historia, por ejemplo a través de leyes de memoria histórica, debates objetivos o la investigación; o bien ahondar en dichas mentiras mediante un corpus teórico, la tergiversación de los datos o difundiendo aún más los mitos que se crearon en su momento.

Esto último es lo que se suele llamar revisionismo histórico (...)

MUY INTERESANTE. Continúa en el enlace

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