jueves, 28 de octubre de 2021

Dignos de ser humanos, de Rutger Bregman. Introd. de Fernando Broncano

 Fernando Broncano R  23/9/21

El libro de Rutger Bregman comienza con esta confrontación de los datos históricos frente al sentido común. Coincide con muchas observaciones de las ciencias sociales. En los momentos más difíciles, se reacciona cooperando. Lo contrario de la metafísica neoliberal y doomer que puebla los medios de comunicación y series del momento:
" En el planeta A, los pasajeros se interesan primero por el bienestar de los demás y dan prioridad a aquellos que necesitan ayuda. La gente está dispuesta a dar su vida, incluso por un extraño.
En el planeta B se desata el pánico. Todo el mundo reacciona según el principio del sálvese quien pueda. Hay patadas y empujones. Los niños, las personas mayores y los incapacitados se ven arrollados por los más fuertes. Pregunta:
¿En qué planeta vivimos?
«Según mis estimaciones, aproximadamente el 97 por ciento de los alumnos cree que vivimos en el planeta B», dice Postmes. «Pero, en la práctica, casi siempre vivimos en el planeta A.»

Da igual a quién se pregunte. Votantes de izquierdas o de derechas, pobres o ricos, con estudios o sin estudios, todo el mundo incurre en el mismo error de percepción. «Nadie ve la realidad. Ni los estudiantes de primero, ni los de tercero, ni los de máster. Ni siquiera el personal de emergencias», se lamenta Postmes. «Y no será por falta de estudios que lo demuestran. Esto es algo que todo el mundo debería saber desde la Segunda Guerra Mundial.»
Hasta las tragedias más famosas de la historia tuvieron lugar en el planeta A. Piensa, por ejemplo, en el hundimiento del Titanic. Si has visto la película, tal vez pienses que todo el mundo sufrió un ataque de pánico (salvo los integrantes del cuarteto de cuerda). Pero no. De hecho, la evacuación tuvo lugar de forma muy ordenada. Un superviviente explicó que «no había ningún indicio de pánico o histeria, no se oían gritos de terror y nadie corría de un lado para otro». Y durante los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, miles de personas bajaron tranquilamente por las escaleras mientras las Torres Gemelas ardían, aunque sabían que sus vidas corrían peligro. Todo el mundo cedía el paso a los bomberos y los heridos. «La gente decía: “No, no, usted primero”», recuerda una de las víctimas. «No podía creerme que, en una situación así, la gente dijera: “Adelante, por favor.” Era algo irreal.» Hay un mito muy persistente según el cual el ser humano es egoísta, agresivo y propenso al pánico por naturaleza. Es lo que el biólogo holandés Frans de Waal denomina la «teoría de la capa de barniz»: la noción de que la civilización no es más que una fina capa de barniz que se quiebra ante el más mínimo estímulo externo, dejando vía libre a nuestra naturaleza salvaje. Los hechos, sin embargo, demuestran lo contrario: precisamente cuando caen bombas del cielo o las aguas inundan las ciudades, el ser humano muestra su mejor versión."
Rutger Bregman, Dignos de ser humanos pp 13-15


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