El 21 de abril de 1938, en Tiraña fueron asesinados 13 inocentes 
por la trístemente famosa bandera falangista de Lugo, Los asesinos  
llevaron a cabo el crimen colectivo en la tapia del cementerio de 
Tiraña, cuerpos apilados en la fosa que las propias víctimas habían 
sido obligados a cavar, sabor a sangre y saliva entre los gritos secos 
(...) Pero, ¿Por qué aquel crimen colectivo? ¡Por nada! No existió ninguna 
razón válida, ninguna causa, ningún argumento demostrado. No habían 
hecho nada. Eran Republicanos, leían El Socialista, estaban afiliados al 
Sindicato Minero de UGT y no iban a misa los domingos. Ese fue el delito 
cometido. Fue por ceguera de los eufóricos vencedores de la todavía no 
acabada guerra civil; por ceguera, rencor, saña y odio. Pero lo que no 
pudieron matar fueron sus ideas, ni borrar sus recuerdos, ni silenciar la historia.
Tal como se describe literalmente en el libro “TIRAÑA, ABRIL 1938”, escrito 
y editado por el cuyarapu Albino Suarez: “..se esgrimió, sin embargo, una 
patraña para justificar lo que más tarde ocurrió. La muerte de un soldado
en un castañedo donde hacía guardia. La muerte del soldado, nunca 
esclarecida, al decir de la mayoría, fue accidental, no obstante que para 
otros fue suicidio. De lo que el pueblo estaba seguro es de que él, como tal 
pueblo, no había sido..” (...)
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