sábado, 1 de enero de 2022

Jesús de Nazaret no fundó el cristianismo (ni ninguna otra religión)

 NUEVATRIBUNA.ES   ALBERTO SOLER MONTAGUD 16 SEPT. 2021 

Al abordar la escritura de este artículo parto de la premisa de que Jesús de Nazaret es un personaje histórico que nació judío, vivió como un judío, murió siendo judío y jamás fundó una nueva religión ni dejó instrucciones para que sus seguidores (judíos en su mayoría) lo hicieran. Desde el respeto y la libertad que me confiere mi estatus aconfesional, mi objetivo es aportar una perspectiva imparcial que, mas allá de leyendas y manipulaciones, ayude al lector a entender cómo y cuando se fundó el cristianismo y quien fue el artífice de esta nueva religión surgida a partir del judaísmo tras la muerte de Jesús de Nazaret, un personaje cuya existencia queda fuera de toda duda aunque no como el ser mítico que se describe en el Nuevo Testamento sino sólo como un rabino que vivió en la Galilea del siglo I, hijo de un carpintero. 

Si partimos de una objetividad no sometida a credos impuestos en base a la fe, nada apunta a que la intención de Jesús de Nazaret fuera fundar una nueva religión. El hijo de José y de María nació y murió judío, nunca dio muestras de querer reemplazar el judaísmo por otra religión y su actitud fue la de un judío que tuvo el arrojo de mostrarse crítico con la religión de sus padres al aportar propuestas innovadoras (nunca pagó el diezmo, no respetaba el sábado, no cumplía con ninguna purificación, hablaba a solas con las mujeres…) que el judaísmo tradicionalista consideró inadmisibles, tanto que incomodaron al mismísimo emperador romano Tiberio quien, temeroso de una sublevación en Judea (por entonces una provincia romana) incitada por un hombre que movilizaba a las masas y desafiaba a la autoridad imperial, ordenó a Poncio Pilatos, gobernador de Judea, que se aliara con las autoridades judías con el resultado de que Jesús acabó siendo ejecutado bajo la acusación de sedición.

¿Quien fundó entonces el cristianismo?

No hay constancia escrita de que Jesús dijera algo así como: «Pedro, quiero fundar una nueva religión a la que llamaré cristianismo y a ti te encomiendo que hagas realidad mi deseo», pues si esta hubiera sido su voluntad, sin duda lo habría manifestado de un modo diáfano y no a través de alegorías, insinuaciones o ambigüedades que predispusieran a interpretaciones teológicas encontradas. 

Si hacemos caso omiso de las tradiciones, las leyendas y las libres interpretaciones que la iglesia ha hecho a lo largo de los siglos, y nos centramos en las opiniones de los expertos en historia de las religiones, del cristianismo y de la cultura neotestamentaria, es fácil concluir que fue Pablo de Tarso quien, pese a no haber conocido a Jesús, concibió y creó una religión basada en las enseñanzas de Jesús a las que tuvo acceso a través del testimonio de sus apóstoles, una información con la que creó una cristología sui generis que trasladó al mundo helénico y al resto del mundo pagano, marcando el comienzo de una religión antijudía y plena en contradicciones con muchas de las enseñanzas del verdadero Jesús, unas discordancias que los teólogos del cristianismo -sobre todo los católicos- siempre han eludido someter a debate (...)

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