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Curra Diaz de MontenegroPor una Plataforma Electoral de Izquierdas Unitaria para las elecciones
Marianne Brull, encargada de la administración y de las relaciones institucionales de la editorial, explica en qué se diferenciaban estos cuadernos de sus hermanos mayores, los libros: «Queríamos escribir la historia de España desde dentro para los de dentro. No a través de unos exiliados que lamentaran su vida, sino que los del interior explicaran su interior, y creo que lo conseguimos. Para eso teníamos que entrar en contacto con los protagonistas de forma clandestina, editar la revista en Francia, y pasarla por la frontera». No estaban solos. En este cometido de contrabando cultural la figura de Rufino Torres fue esencial. Afincado en Barcelona, se convirtió en uno de los principales distribuidores de Ruedo Ibérico en España.
No se trataba solo de textos históricos, sociológicos o económicos. Según Cárceles y exilios (Anagrama, 2012), las memorias de Sánchez-Albornoz, «para exhortar a la movilización política y social, la poesía superaba a los fárragos del ensayo o del manifiesto». Y así lo pensó un audaz Martínez, quien propició la publicación de composiciones poéticas tanto en los libros como en los Cuadernos. En los primeros aparecieron textos de Gabriel Celaya, Blas de Otero, Alfonso Sastre o Ángel González; en los segundos, los de León Felipe, Vicente Aleixandre, José Bergamín y José Agustín Goytisolo (...)
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