La Vanguardia 17/1/22
La crisis desatada por la destitución del mayor de los Mossos d’Esquadra Josep Lluís Trapero, acompañada de una treintena de cambios en mandos de la policía, no solo no amaina sino que va camino del Parlament, donde tres grupos han solicitado una
comisión de investigación que analice el alcance de lo que califican de “purga”.
El conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, ha solicitado comparecer en la Cámara, pero antes estará mañana en RAC1, donde negará a Jordi Basté cualquier castigo, defenderá su derecho a nombrar al frente del nuevo proyecto a mandos de su confianza y es posible que anuncie su intención de colocar a Trapero en el departamento, bajo su tutela, fuera de la estructura policial, para desarrollar nuevos proyectos y “aprovechar” sus capacidades (...)
Pero finalmente dilató el relevo siete meses en los que ha pretendido que muriera agonizando y durante los que trasladaron el único mensaje de que Trapero tenía “los días contados”. Confiaban en que el mayor acabaría colgando el uniforme y fichando por la privada. En esas semanas se multiplicaron las filtraciones y las publicaciones asegurando que el jefe de la policía ya negociaba con Repsol. Trapero calló al principio, pero no ante el silencio intencionado de Interior cuando se publicó que había viajado en secreto a Madrid para unas reuniones que nunca existieron y otras de las que informó por escrito al director de la policía, Pere Ferrer.
Durante los siete meses que coincidieron el conseller Elena y Trapero, apenas se vieron a solas en tres ocasiones. El resto de los encuentros se enmarcaron en las citas semanales para repasar la agenda. El conseller evitó al mayor desde el primer momento y canalizó toda su interlocución con el director.
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