La Vanguardia 7/3/22
Por Nina L. Khrushcheva #LoMásLeído
La decisión del presidente ruso, Vladímir Putin, de ordenar una invasión a gran escala de Ucrania desafía toda lógica política, pero también su curtida lógica autoritaria. Con ese ataque injustificado, Putin se une a la larga lista de tiranos irracionales (Iósif Stalin no es el menor) que creyeron que la conservación del poder exigía su constante expansión. Esa lógica condujo a Stalin a cometer horribles atrocidades contra su pueblo, incluida una hambruna que mató a millones de ucranianos.
Es famosa la frase de otro asesino de masas del siglo XX, Mao Zedong, según la cual el poder político nace del cañón del fusil o, eso pareció, de un misil nuclear. Mao pidió a mi bisabuelo, el dirigente soviético Nikita Jruschov, que proporcionara a China armas nucleares para que Mao pudiera tener a su merced a los adversarios, tanto internos como externos.
Solo un pensamiento similar permite explicar las acciones de Putin en Ucrania. Afirma que quiere “desnazificar” Ucrania, y lo absurdo de semejante afirmación debería ser más que evidente; entre otras cosas, porque el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, es judío. De modo que, ¿cuál es el objetivo final de Putin? ¿Quiere castigar a la OTAN destruyendo la infraestructura militar de Ucrania? ¿Tiene la esperanza de instalar un gobierno títere, ya sea sustituyendo a Zelenski o convirtiéndolo en un Pétain ucraniano?
La respuesta a todas esas preguntas quizás sea afirmativa. Sin embargo, la verdadera razón de Putin para invadir Ucrania es mucho menos pragmática, y más alarmante. Putin parece haber sucumbido a su obsesión narcisista de restaurar la posición de Rusia como gran potencia con su propia esfera de influencia bien definida (...)
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OTRA COSA: Los Partidos de la Guerra, de Lucio Martinez Pereda
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