Lucia Garcia MesiasPODEMOS REPUBLICANO, ANTIFASCISTA, FEMINISTA, LAICO Y DIVERSO ✊ (ExS)
(...) Su intento se frena el 23 de febrero de 1981, con el golpe de Estado. Un teniente coronel de la Guardia Civil asalta el Congreso y pistola en mano grita ¡Quieto todo el mundo! ante un país en el que millones de personas, como perros de Pavlov, salivan miedo y deciden no tocar el pasado para no despertar el monstruo.
Con el golpe de Estado las élites reconquistan el silencio colectivo y las viudas, los hermanos, los hijos van muriendo sin que el Estado gire la cabeza para decirles que sabe que existen.
Mientras tanto, el cine de Almodóvar se convierte en uno de los grandes distribuidores mundiales de la imagen de España. Algunos le acusan de esconder la realidad del país, pero su mirada tiene un amplio alcance sociológico y quizá está retratando ese país que esconde su realidad.
Con el inicio del siglo XXI, los nietos de los desaparecidos retoman la apertura de las fosas y muestran a la sociedad esos huesos con signos de violencia. Buscan justicia, verdad, reparación. Critican la transición que abandona a su suerte a miles de familias, deja morir sin reconocimiento a quienes combatieron la dictadura y no escribe en los libros escolares la terrible historia de la represión franquista.
Cuando Almodóvar estrena Madres paralelas esos nietos llevan años de combate contra el olvido, contra la impunidad, contra la ignorancia. No existe en España una oficina del Gobierno que atienda a las familias. Ningún descendiente de los desaparecidos extrajudiciales ha sido jamás indemnizado. Nadie se ha sentado en un banquillo por el asesinato y el secuestro de los cuerpos de al menos 124.226 civiles. Y ahora se prepara una ley que quiere hacer un censo de víctimas, pero no uno de verdugos. Y Almodóvar, el sociólogo, ha retratado ese país, en el que la reparación no parte del Gobierno, en el que fuimos y somos una España al borde de un ataque de olvido.
*Presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Nieto de Emilio Silva Faba, primera víctima la represión franquista identificada por una prueba genética, gracias a un ADN que viajó desde Ezpeleta, provincia de Buenos Aires, hasta España en 2003.
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