lunes, 4 de abril de 2022

Cuando el capitalismo industrial asomó sus garras en Huelva, de Miguel Ángel Collado Aguilar

4/2/22

Federico Triviño MurciaFotos Antiguas de España

Rio Tinto, Huelva.1888. Todocolección.


Tal día como hoy en 1888, tiene lugar una de las primeras revueltas populares contra la explotación infantil y la degradación medioambiental producidas por las minas de Río Tinto (Huelva, España)
Resumiendo mucho, fueron más de cien mineros (y mujeres, y niños, y ancianos) los que murieron bajo el fuego graneado de los soldados del Regimiento de Pavía el sábado 4 de febrero de 1888, fueron masacrados, cuando reclamaban mejoras salariales y el fin de los humos tóxicos que envenenaban el aire.

4 feb 2018 

Antes de que, en 1873, la Rio Tinto Company Limited (RTCL) comprara las minas de Riotinto al Estado español, la zona que las albergaba pasaba por ser una más entre las que las que se integran en Sierra Morena. En lo que hoy se conoce como Cuenca Minera de Riotinto primaban las actividades agropecuarias tradicionales y las relaciones de poder estaban mediatizadas por los propietarios de la tierra, justo lo mismo que ocurría en cualquier otra comarca de la Andalucía latifundista.

El lugar estaba atravesado por una inmensa veta de piritas ferrocobrizas que, contenidas en la faja de Sierra Morena, se venían explotando desde la antigüedad y de una forma más o menos artesanal, intermitente y subordinada a la actividad agroganadera, por lo que aún no se puede hablar de choques de intereses entre los explotadores de las minas y los del agro.

Mientras esto ocurría en el suroeste de la Península Ibérica, en Gran Bretaña estaba teniendo lugar lo que ha venido a denominarse “segunda revolución industrial”, que supuso una importante ampliación de las manufacturas y, por ende, un incremento de la demanda de materias primas desconocido hasta entonces.

Como consecuencia de la expansión de las fábricas por el territorio británico, la minería pasó a ser una actividad económica fundamental en la medida en que suministraba los metales necesarios para la industria y proveía de carbón a las máquinas de vapor.

En este contexto, un consorcio empresarial británico, la RTCL, puso sus ojos sobre las minas de Riotinto, que además de estar infraexplotadas se ubicaban bajo el amparo de un Estado, el español, enormemente necesitado de recursos económicos y que gobernaba a una población pobre, por lo que tanto los costes laborales como los derivados de la compra de los derechos de explotación serían reducidos en comparación con otros países.

(...) La Compañía –así era llamada por los habitantes de la zona– era la que proporcionaba trabajo, abastecía de alimentos y bienes de consumo a los mineros, la principal arrendataria de viviendas, la suministradora de agua a los municipios, la propietaria del único ferrocarril que llegaba a los pueblos mineros y la que mantenía abiertas tanto las escuelas, que educaban a parte de los niños, como el hospital, que trataba a los trabajadores enfermos o accidentados.

(...)  En otras palabras, la RTCL era la dueña absoluta del suelo sobre el que se asentaba y como tal se comportaba, al tiempo que utilizaba su poder para influir sobre las decisiones que se tomaban en Madrid y participaba en el juego político justo como lo hacían los caciques, utilizando su influencia sobre las sociedades de los pueblos que dominaba.

Pero no todo fue innovación, sino que la RTCL siguió utilizando el mismo sistema de beneficio del mineral que usaban sus antecesores en la explotación minera: la calcinación al aire libre, que consistía en la ubicación de grandes montones de piritas sobre una base de leña que ardía durante meses, desprendiendo a la atmósfera un humo que contenía gran cantidad de azufre y resultaba tan letal para la vegetación como dañino para la salud de los animales y las personas (...)


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