Agustín Villalba Quejigo 13/1/22
"¿Y cuando arrastras a miles de hombres, mujeres y niños a las
cámaras de gas, tampoco haces más que cumplir lo que tus
superiores te mandan, verdad hombrecillo? Eres un pobre diablo
que nada tiene que decir, sin opinión propia al respecto, ¿quién
eres tú para meterte en política? ¡Ya sé, ya sé! ¡Te lo he oído
tantas veces!, pero déjame preguntarte: ¿Por qué no cumples
con tu deber en silencio cuando un hombre sabio te afirma que
eres el responsable de tu trabajo, o que no debes pegar a los niños,
o te incita por milésima vez a que dejes de obedecer a los dictadores?
¿Dónde está entonces tu sentido del deber, tu inocente obediencia?
No, hombrecillo, tú no escuchas cuando se dice la verdad,
sólo prestas atención cuando se alborota.
sentido de tu verdadero deber, el de ser humano y preservar a la
humanidad. Eres una mediocre imitación de sabio y extraordinaria
imitación de ladrón. Tus películas, tus programas de radio y tus
comics están repletos de asesinatos.
Tendrás que arrastrar tu mediocridad todavía durante siglos, antes de poder volverte dueño de ti mismo. Si me separo de ti es con el fin de servir mejor a tu futuro. Porque con la distancia no me puedes matar y tienes más respeto por mi trabajo. Desprecias lo que te resulta demasiado cercano.
Colocas a tu general o a tu mariscal en un pedestal, para poder respetarlo aunque sea despreciable. Por este motivo, los grandes hombres siempre supieron mantenerte a distancia, desde los albores de la Historia". ¡Escucha, hombrecillo! Discurso sobre la mediocridad. Wilhelm Reich
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