Pasaban un hambre atroz, apenas comían, y sólo les daban un poco de agua cada 2 días, era notable la sed que padecieron los presos por la falta de agua y el enorme calor que hacía en el lugar. La única comida que recibían los presos eran chuscos de pan y sardinas. Se suministró posteriormente un caldo de lentejas cocinado con agua de los pozos lo que produjo un estreñimiento masivo, 78 muertos el primer mes y 60 más de tifus. Las precarias condiciones para realizar necesidades corporales también provocaron fuertes epidemias.
Se produjeron torturas, humillaciones, vejaciones, fusilamientos. Se numeraba a los presos, de tal forma que si uno de ellos se fugaba, se fusilaba a los que tenían los números anterior y posterior. Sólo faltaban las cámaras de gas para igualarse a un campo de exterminio nazi: «..se nos echó abajo a punta de fusil y metralletas. ¿Quiénes esperaban en la estación a la expedición de prisioneros ? Los espadones y matones con algunos clérigos que ostentaban la representación de la España que comenzaba a nacer. La soldadesca no paraba de gritar y gesticular, amenazando siempre con fusilamientos masivos si no obedecíamos sus repugnantes gritos…En aquellas terribles condiciones aseguramos que aquel recinto seguía devorando a los hombres moral y materialmente, la muerte representaba para nosotros un acto de liberación…Allí se torturaba hasta dejar a los hombres hechos monstruos, para después asesinarles…largo capítulo de horror de la Historia de España. El desamparo de la víctimas les hacía mas vulnerables, para que los malvados pudieran saciar su sed de venganza, su sed de odio y su sed de sangre…: Extracto de Juan Caba Guijarro, un superviviente.
Llegaban falangistas de toda España identificando víctimas, que eran torturados para después hacerles desaparecer. Sacaron a más de 600 internos del campo para ser inmediatamente asesinados. A veces se realizaban fusilamientos públicos tras haber obligado a los condenados a cavar su propia tumba, mientras a otros se les obligaba a asistir a las ejecuciones cantando el cara al sol y brazo en alto. Los fusilamientos se efectuaban sin consejo de guerra ni trámite alguno. Incluso un teniente llamado Merino, efectuó pruebas de ametralladora con los prisioneros como blanco. Continuamente se recordaba a los internos que su vida no valía nada. Todo intento de fuga se pagaba ante el pelotón de fusilamiento (...)
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