Fernando Broncano R 18/4/22
Se ha puesto de moda entre la clase chic de California el consumo de pastillas que al parecer estimulan la inteligencia; un complejo de sustancias psicotrópicas en pequeñas cantidades que, aseguran, les despiertan las neuronas por la mañana. Los primeros y más propagandistas, los profetas del transhumanismo, Ray Kurzweil, inevitable, a la cabeza. Parece que el café que tomamos el resto (yo ya llevo dos tazas a estas horas) es una cosa del pasado. Aunque el pasado, creo, era eso que ahora dicen: recuerdo cuando en las farmacias se vendían libremente sin recetas las anfetaminas, que mis compañeros decían tomar en épocas de exámenes (una vez probé una dexedrina días antes de un examen y me pasé la noche en vela sin poder estudiar ni dormir) o las pastillas para la memoria que nos recomendaban las madres, que habían oído que eran muy buenas. En fin, seguiré creyendo que el mejor estímulo para la inteligencia es la atención a los problemas que presenta la realidad: muchos, muy complicados y siempre interpelantes: "¿qué pensar de ello?", "¿cómo juzgarlo?", "¿qué hacer?", o sea, ver, juzgar y actuar, que me enseñaban de joven. Los mejores psicotrópicos y más baratos.
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