6/1/22
Los precios astronómicos de los alquileres en la próspera
Hong Kong ha obligado a estas personas a subsistir en
diminutos apartamentos subdivididos ilegalmente
«Aquel día, llegué a casa y me puse a llorar». Con estas
palabras describía Benny Lam su experiencia fotografiando
las nefastas condiciones de vida en Hong Kong.
Tras cuatro años visitando más de 100 apartamentos subdivididos
en el distrito antiguo de la ciudad, Lam estaba acostumbrado a las
«casas» de 1,5 metros cuadrados rodeadas de tablas de madera
conocidas como «casas ataúd». Mientras fotografiaba un cubículo que
era ligeramente más grande de lo normal, Lam dijo al inquilino: «¡Tiene
usted una casa ataúd grande!».
«Me sentí muy mal», recuerda Lam. «Vivir así nunca debería
ser algo normal. Me había insensibilizado».
Hong Kong resplandece con calles comerciales llenas de luces
de neón en las que se venden marcas de lujo, joyas y tecnología
a los ansiosos consumidores. Su horizonte lleno de rascacielos alberga
negocios que convierten a la ciudad en uno de los principales centros
financieros del mundo. Sin embargo, tras esta fachada de glamour,
unas 200.000 personas, entre ellas 40.000 niños, viven en
espacios que van desde los 1,5 metros cuadrados a los 9
metros cuadrados.
Con una población de cerca de 7,5 millones de habitantes
y sin apenas terrenos para construir, el mercado inmobiliario
de Hong Kong se ha convertido en el más caro del mundo.
Expulsadas por los alquileres desorbitados, decenas de miles de
personas no tienen otra opción salvo vivir en chabolas ilegales,
unidades subdivididas donde la cocina está pegada al retrete,
casas ataúdes y casas jaula, habitáculos que pueden llegar a tener
medidas tan ridículas como 1,8 x 0,7 metros y que suelen estar
fabricados a partir de malla metálica. «Cocinar, dormir… todas
las actividades tienen lugar en estos espacios diminutos», explica Lam.
Para crear las casas ataúd, el dueño de un piso de 35 metros cuadrados
lo divide para acomodar 20 camas de dos pisos con un precio de
alquiler de unos 200 dólares de Hong Kong (unos 21 euros)
al mes. El espacio es demasiado pequeño para ponerse de pie (...)
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