Estamos todos preocupados por la subida de los precios de los carburantes y tal, pero, perdonen que lo mencione, existe un motivo de alarma más, digamos, primario. Los dos países que poseen el 90 por ciento del arsenal nuclear mundial, más que suficiente para acabar con la vida humana, andan muy locos. La inestabilidad mental es lo que define hoy a Estados Unidos y Rusia. La pregunta es: ¿Cuál de los dos vive una mayor inestabilidad política? O ¿cuál está más cerca de la guerra civil?
La rusa Marina Litvinenko, viuda del agente del KGB asesinado por orden de Vladímir Putin, me dijo la semana pasada en Londres que las condiciones existían en su país para una repetición de la revolución de 1917. Sospecho que Litvinenko ha sucumbido a una pizca de wishful thinking, de creer que ocurrirá lo que desea que ocurra. Pero no sé. ¿Qué pasará en Rusia?, es la pregunta del millón y nadie tiene la respuesta. La descripción que hizo Churchill de Rusia en 1939 sigue vigente: “Un acertijo, envuelto en un misterio, dentro de un enigma”.
En Estados Unidos, en cambio, no esconden los trapos sucios. Los sacan, casi se jactan de ellos, a la luz del día. Así son, a nivel individual y como nación. Gente abierta, sin pudor y, en demasiados casos, sin mucho contacto con la realidad.
Como, por ejemplo, el público adicto a Fox News, el canal televisivo que es para Donald Trump lo que todos los canales rusos son para Putin. El episodio más inquietante en el mundo político estadounidense desde, por lo menos, la renuncia forzada del presidente Richard Nixon en 1974 fue la invasión del Capitolio del 6 de enero del año pasado. El jueves se inició la transmisión televisiva de las conclusiones del comité de la Cámara de Representantes que fue creado para investigar lo que ocurrió. De los principales canales nacionales de noticias, Fox News es el único que se negó a transmitirlo en directo (...)
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OTRA COSA: Los fascismos varios, lo primero que anulan son las escuelas, de Marisa Peña
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