ARA 20/6/22
Este enero, en plena campaña electoral por las elecciones de Castilla y León, una serie de televisión saltó a la palestra de manera involuntaria e inesperada. El motivo: se habían viralizado unas imágenes de varios líderes de Vox, entre los cuales su secretario general, Santiago Abascal, con una estética similar a la de sus protagonistas. La ficción era, por supuesto, Peaky Blinders, uno de los productos audiovisuales más exitosos de la última década. Para los que todavía no la hayan visto, la historia resigue las peripecias delictivas de una familia mafiosa de Birmingham de principios del siglo XX. Estrenada en 2013, justo la semana pasada Netflix añadió a su plataforma estatal la sexta y última temporada de la producción.
Toneladas de masculinidad, boina en la cabeza, tirantes bien apretados al cuerpo y miradas desafiantes. Aquella instantánea de los líderes de la ultraderecha española era tan parecida a la de los delincuentes de Peaky Blinders que incluso el candidato de Ciudadanos expresó su sorpresa por que un partido que pretendía gobernar la comunidad adoptara alegremente la estética de un gang mafioso, aunque fuera de ficción. Como no podía ser de ninguna otra forma, la siempre polémica Macarena Olona, candidata de Vox a la Junta de Andalucía, reaccionó a las críticas comparando, con orgullo, una imagen de la serie con la de sus compañeros de partido.
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