27 ago 2022
Queridas y queridos contextuales y contextatarios:
Escribo esta carta rodeado de cajas de libros y dobladillos y de latas de cerveza y botellas de vino vacías: el Taller de CTXT echa el cierre el día 31, y acabamos de despedirnos con una fiesta por todo lo alto de la que ha sido nuestra sede y a ratos nuestra segunda casa durante los últimos tres años. En CTXT no lloramos ni media renuncia; somos del Atleti y nos debemos a nuestro público, es decir a ustedes-vosotras. Y si hemos decidido dejar el precioso local de la calle Juan de Austria es porque la prudencia económica nos obliga a centrar todos los esfuerzos en el modelo de (no)negocio de la microempresa Revista Contexto SL: la publicación de la propia revista CTXT y de los libros de la editorial Escritos Contextatarios y de la colección ¡Movilizaos!
“Mi pena es muy mala”, cantaba Morente enredando los versos de Manuel Machado, “porque es una pena que yo no quisiera que se me quitara”. Y esta no se quitará porque la memoria guardará, de estos tres años jodidos de bulos, pandemia y guerras, los ratos maravillosos que echamos en el Taller: aquellos debates sobre la sentencia del procés en los que no cabía un alfiler, Carmen Linares –nuestra princesa de Asturias republicana– cantando para 50 personas, Estrella Morente recitando sus poemas rodeada de churumbeles y de primas, Ennio Sotanaz reventando el local con su libro sobre el Calderón, Guillem Martínez enamorando con su micrófono erótico, Yayo Herrero irradiando su luz, ‘Las Pulgas’ de Ascen y Susana, Tomasito bailando el Torrotrón, Vanesa dándole al reguetón en la fiesta de aniversario con Las Niñas de Cádiz, las comedias con Marina Lobo y Bea Polo; Adriana M. Andrade y Carlos García de la Vega a los mandos de la barra y la programación, Gabi Méndez con sus aparatos…
En fin, que el Taller nació como la redacción de un medio serio y acabó siendo una especie de cabaré literario y libertario, en el que cabía todo el mundo siempre que tuviera una idea bonita que contar. Pensamos en dejarlo ya hace año y medio, cuando la Covid arrasó con el ocio y nos llenó la cabeza de miedo, soledad y recelos. Pero tras muchas dudas decidimos aguantar porque no es nuestro estilo tirar la toalla sin intentarlo hasta el final y porque no queríamos contribuir a la depresión colectiva. Y hemos aguantado sin agobios ni sufrimientos, pero las circunstancias del equipo han ido cambiando, de manera que ahora tenemos media Redacción teletrabajando desde provincias dispersas (AdrianaT en Pamplona, Diego en Guadalajara, Elena en Málaga), y a la otra media en Madrid, pero lejos de la plaza de Olavide, con lo cual se impone el teletrabajo. Las tradicionales pizzas de los miércoles con Willy Veleta y Tiaré Gatti Mora quedan pues desplazadas al napolitano de la esquina hasta nueva orden. Y eso es buena noticia para todos, porque Veleta comiendo por la calle es sinónimo de renovación en la Fiscalía General del Estado cloaquero.
Dicho esto: es la economía, estúpido. Al dejar el local vamos a poder ahorrar unos gastos muy necesarios para no tener que recortar salarios o, peor todavía, personal. Ya sabéis que CTXT siempre ha nadado en la ambulancia, pero este año las cuentas son entre malas y pésimas. A fecha de hoy estamos perdiendo 54.000 euros, y la previsión, si persistimos en esta manía, es acabar en menos 80.000 a final de año. Y seguimos siendo un ejemplo para el mundo del capital riesgo con nuestros cero euros de deuda. Pero si nos da por palmar 80.000 pavos cada año, duraríamos cuatro años, con suerte. Y no parece el mejor plan, la verdad, sobre todo tal y como están las cloacas y la prensa libre en este país. Así que, una vez más, y sin ponernos Lady Dramas: vendría estupendamente que inviten a sus amistades a suscribirse este otoño, y que compren ustedes libros de CTXT como si no hubiera un mañana.
La realidad de la prensa independiente es que depende, hoy más que nunca, de sus suscriptores. Abrir Contexto cuesta unos 55.000 euros al mes. El 75% de ese dinero se dedica a pagar los salarios de los ocho periodistas de plantilla, y las viñetas y los artículos escritos de los aproximadamente 400 columnistas, periodistas y analistas que publican cada año en la revista. Pagamos también modestas colaboraciones al joven equipo de Redes, a las traductoras, a los coordinadores del Ministerio y de Feminismos, al informático uno y trino, y el resto se va en pagar las facturas de las imprentas que cuidan nuestros libros, y las de Google, Zoom y Amazon, que cobra 700 euros mensuales por alojar nuestra web (¡hazte un discount o algo, Jeff Bezos!). Por el lado de los ingresos, la cosa está clara también: vosotras aportáis unos 30.000 euros mensuales con vuestras suscripciones. Las ventas de libros aportan unos 9.000 euros mensuales. Y el resto va saliendo, mal que bien, de la publicidad (90.000 euros al año si la cosa va bien) y de los acuerdos editoriales con otros medios (28.000). Antes de la pandemia, los grandes eventos aportaban unos 70.000 euros anuales. Aquello se quebró, pero esperamos poder hacer las II Jornadas Feministas en febrero, si para entonces Putin, Borrell y Biden nos dejan seguir respirando.
Y esto es más o menos lo que quería contarles. Que no se dejen llevar por el desánimo ambiente. Que si ustedes resisten, nosotras estaremos aquí para lo que gusten y el tiempo que haga falta. Que no hagan ni caso de los rumores que afirman que Ferreras y Florentino se van a comprar (también) CTXT. Nosotras vinimos al mundo para contar lo que otros que presumen de periodismo no se atreven a contar. Y en eso seguiremos, hasta que el cuerpo aguante. Que siempre fue mejor morir de pie que vivir de rodillas…
Un abrazo cariñoso a todas y todos, y uno muy especial a nuestro guardián entre el centeno, Jaime Fernández, cuya primogénita se esposa hoy en La Mancha, y para mi adorado maestro X.M. Pereiro, que espera pronto en casa al suyo.
Salud y libertad, Miguel
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