En cambio le será más difícil y penoso evitar que sus correligionarios y lectores (no siempre los unos son los otros) lo sometan a toda la gama de las extorsiones sentimentales y políticas para forzarlo amablemente a meterse cada vez más en las formas públicas y espectaculares del "compromiso". Llegará un día en que, más que libros, le reclamarán discursos, conferencias, firmas, cartas abiertas, polémicas, asistencia a congresos y política.
Y así ese justo, delicado equilibrio, que permite seguir creando una obra con aire en las alas, sin convertirse en el monstruo sagrado, el prócer que exhiben en las ferias de la historia cotidiana, se vuelve el combate más duro que ha de librar el poeta o el narrador para que su compromiso se siga cumpliendo allí donde tiene su razón de ser, allí donde brota su follaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario