El triste y lamentable espectáculo que se está dando semana tras semana en el Parlamento no puede ni debe dejarnos ver la esencia de algunas cosas que se están aprobando en el mismo.
Los presupuestos generales del Estado para 2023 aprobados en primera lectura en el Congreso recogen el mayor gasto militar de la historia reciente de España.
El presupuesto del Ministerio de Defensa es de 12.825 millones de euros, lo que supone un aumento de las políticas destinadas a Defensa de un 25,8% para 2023, que irá creciendo cada año hasta cumplir el compromiso alcanzado con la OTAN de destinar al gasto en Defensa el 2% del PIB en 2029.
Tampoco debemos olvidar que en esta legislatura se ha acordado el incremento militar de EEUU en la base de Rota, incumpliendo uno de los preceptos del referéndum que aprobó la entrada en la alianza militar, y se celebró en nuestro país la última cumbre sin que nadie del socio de coalición pusiera ningún problema y mantuvo silencio mientras se celebraba la reunión para no perturbar su buen funcionamiento.
Las prioridades del llamado Gobierno más progresista de la historia queda en entredicho cuando los presupuestos en Educación y Sanidad juntos es prácticamente igual al destinado a Defensa y supera al gasto en servicios sociales y promoción social en más de 5.000 millones de euros, 4.200 millones al de promoción para el empleo, 9.000 millones al de acceso a la vivienda y en 10.500 millones al destinado a Cultura.
Muy olvidadas han quedado aquellas soflamas antimilitaristas de que “lo que se gasta en tanques no se gasta en hospitales” o esa otra de “cada euro que se gasta en armas no se destina a proteger a las familias» de los Echenique y compañía. Los socios de Gobierno y de investidura, más allá del voto a favor a los presupuestos no se han dignado a explicar el por qué de este cambio tan radical. El abrazo a esta supuesta “real politik” se debe explicar. El electorado a la izquierda del PSOE somos suficientemente maduros para poder entenderlo, si las razones son convincentes y no supone una componenda partidista, claro está.
En el seno del Gobierno progresista hay reconocidos militantes de un partido con una trayectoria anti OTAN inequívoca y reconocida por su perseverancia, de la misma manera que en el grupo parlamentario de Unidas Podemos, así como, entre los socios parlamentarios que sustentan al Gobierno. La virulencia discursiva en redes sociales y mitines contra el gasto militar y contra la OTAN contrasta con el aumento del gasto militar aprobado y con el aumento de la importancia y la presencia de España en la alianza atlantista.
No sabemos si fue la “real politik” lo que llevó a algunos descubrir de sopetón que “toda la zona, está muy a expensas de lo que significa las bases norteamericanas, y desde el punto de vista laboral ahí hay una gran cantidad de empleos y esto es lo primero que se tiene que preservar” para justificar la renovación del convenio con Estados Unidos para el mantenimiento de las bases de Rota y de Morón o que “España debe respetar sus compromisos con la OTAN«.
Hay quienes se han borrado de lo que ha significado y significa la Marcha de Rota coincidiendo con la cumbre de las OTAN celebrada en Madrid, de la misma manera que ya han borrado de su argumentario lo de rechazar el aumento del gasto militar.
Menos mal que siempre nos quedará un sello.
Puño en Alto
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