3/2/23
A propósito de muchas discusiones que llenan hoy los periódicos y las redes. Herbert Marcuse escribió lo que sigue en "Un ensayo sobre la liberación", en los convulsos años finales de los 60 (1969). No los escribe ningún positivista de colmillo retorcido, sino alguien cuya luz alcanza hasta nuestros días (aunque ya sea leído por poca gente):
"¿Es preciso todavía declarar que el aparato de represión no es la tecnología, ni la máquina, sino la presencia, en ellas, de los amos que determinan su número, su duración, su poder, su lugar en la vida, y la necesidad que uno experimenta de ellas? ¿Es preciso todavía repetir que la ciencia y la tecnología son los grandes vehículos de la liberación, y que es sólo su empleo y su restricción en la sociedad represiva lo que los convierte en vehículos de la dominación? ,
El automóvil no es represivo, la televisión no es represiva, los artefactos domésticos no son represivos, sino que el automóvil, la televisión, los artefactos domésticos, producidos según requerimientos del mercado lucrativo, se han convertido en parte esencial de la existencia misma de la gente, de su propia "actualización". Así, la gente tiene que comprar parte esencial de su propia existencia en el mercado; esta existencia es el florecimiento del capital."
Y en "El final de la utopía", una conferencia impartida en Berlin en 1967 ante estudiantes revoltosos había afirmado:
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