12/4/23
(Sobre el multitudinario acto nazi en el Luna Park)
Por Revista Livertá.
Dentro, todo estaba listo para el show. En las calles aledañas, un cordón de las fuerzas represivas se desplegaba y la policía montada, junto a la infantería, se ubicaban estratégicamente para cuidar que todo saliera bien. Un evento de tamaña magnitud, y la vista del mundo, no podía mostrar grietas. Entre puestos que vendían insignias, banderas y postales nazis, un camión se preparaba con efectivos y gases lacrimógenos. En las esquinas, otro grupo indicaba a los autos que debían desviarse. El espectáculo estaba anunciado para las 10 de la mañana del 10 de abril de 1938. Media hora antes, se abrían las puertas del flamante Luna Park. Todo estaba listo para recibir la fiesta del III Reich.
Buenos Aires se vestía de gala en plena década infame, durante el Gobierno de Roberto Ortiz, para celebrar lo que se anunciaba como la anexión de Austria a la Alemania nazi. Un agasajo, a miles de kilómetros de distancia, por un referéndum digitado a placer que no pedía la aprobación de la población, sino el apoyo para construir una "Austria unida, cristiana, social, independiente, alemana y libre". "La gran Alemania", anunciaba Adolf Hitler mientras fomentaba los festejos alrededor del mundo. Al igual que lo había avalado Marcelo T. de Alvear años atrás cuando el fascismo italiano usó y vistió al Teatro Colón para una fiesta, ahora, era turno de llenar de esvásticas otro icono cultural del país.
Poco a poco, el Luna Park se fue colmando. Cerca de 20.000 personas ingresaban y eran ubicadas en las clásicas formaciones de la ultraderecha alemana. Los telones rojos, negros y blancos se desplegaban desde las alturas entre banderas argentinas que decoraban una enorme esvástica. Mientras se escuchaban los primeros “Heil Hitler”, distintas personalidades, entre ellas, el gobernador de Bs. As. y Roberto Noble, fundador del diario Clarín, entraban al recinto. Las marchas patrióticas se siguieron unas a otras hasta que un instrumento de viento interrumpió la música indicando el comienzo del acto para la algarabía de la gente.
A metros de allí, una multitud comenzaba a reunirse para repudiar el acto. Grupos de estudiantes y militantes políticos se hicieron presentes. Sin embargo, a poco de haberse juntado, la policía empezó a reprimir. Como consecuencia, decenas de personas resultaron heridas y dos hombres fueron asesinados. Mientras se llevaba a cabo el acto nazi más grande que se conoce fuera de Alemania, en las calles, los uniformados atacaban a un pueblo que se defendía a piedrazos. Al día siguiente, La Nación publicaría sobre el "acto de adhesión al Gran Reich”, agradeciendo a las autoridades argentinas por un orden muy bien logrado.
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