domingo, 16 de abril de 2023

Comunicación y su contrario, ética

 16/04/2023

La gran esperanza de las derechas puede pasar a ser el PP MAD. Lo que es una mala noticia, pues se trata de un acceso a la política sustentado en la comunicación. Una rupturista, importada de EEUU, basada en el uso de la pasión y la mentira      Guillem Martínez 

1- Esta semana arrancaba con un hecho importante en Barcelona. Una entrevista en directo, ante el público, en un teatro, a Tarantino, con motivo de la presentación de su libro Meditaciones de cine. Si bien la noticia no era esa. No lo era tampoco el entrevistador, Jordi Costa, la primera persona de mi generación que accedió al periodismo profesional, y una de las pocas que ha mantenido, en ese oficio, un feroz compromiso con su libertad personal, esa cosa que, por aquí abajo, te la acabas pagando tú, a falta de empresas que lo hagan. La noticia tampoco está en el hecho de que Tarantino, también de mi generación, va y lo deja, abandona el cine. La noticia es, tal vez, algo que se desprende de su libro, que está implícito en él, de lo que se habla poco, y que confirma, entiendo, la razón del abandono de Tarantino. Es algo, por tanto, categórico. Es lo siguiente, aparten a los niños y vayan al punto 2, donde les espero con un coco-loco. 

2- El cine, el arte, muchos de los componentes del pack Humanidades, tal vez todo el pack, están en trance de desaparecer. Hay una ruptura descomunal en la continuidad de las series culturales. Incluso en las series de la cultura de masas, incluso en la serie más popular, el cine. Lo que orienta sobre la magnitud, fortaleza y decantación del fenómeno. Si ya hay varias generaciones que, sencillamente, no entienden, no reconocen como cine, el grueso de la serie, o el grueso de una película no sustentada en la informática, imagínate lo que les pasa a Homero, o a Catulo. O a Mann o a Camus, por citar a otros desaparecidos más recientes.

3- Las Humanidades están muriendo. Y no hay que ponerse cenizo ni cebolleta al respecto, pues esas cosas pasan, periódicamente. Periódicamente, cambian las épocas, lo que purga y estiliza las culturas. Y, periódicamente, suceden cambios que son aun más profundos y radicales aun. Una suerte de fines del mundo. Que es lo que está pasando. La última vez fue en el siglo IV, momento en el que desaparece más del 90% de la cultura escrita clásica/el mundo. No obstante, en ese siglo IV tan cruel y dañino, ya está San Agustín reedificando todo eso en otro sitio, y en el VI San Isidoro va y le pone nombre a algo que antes del IV ya existía sin ese nombre artístico: Humanismo, esa cosa que seguirá existiendo también ahora en otro sitio y a través de otros géneros y modos. Es posible que lo que conocimos como Humanismo se refunde en la ciencia. Con otro nombre –a mí me gustaría que se llamara Bartolo–. La ciencia, en todo caso, es lo único que aún posee método, lo que le permite a su vez poseer dimensión ética, que suele ser el gran aplazamiento en esas épocas oscuras de cambio absoluto. Sobre la ciencia como depositaria de muchos componentes del Humanismo –incluida la valentía, el sentido del deber, eso que depura la ética–: esta semana se ha iniciado en Madrid el juicio a un grupo de científicos, a los que se les pide cuatro años de cárcel por protestar contra la inacción del Estado ante el calentamiento global. Esa cantidad de vida es la que solía pedir la fiscalía, hace más de 30 años, a los insumisos. Es una cantidad mágica, metafórica, que explica el cambio de época, el fin de un mundo, el inicio de otro, y un relevo importante: en un mundo en el que prima la superstición, el apriorismo, el mito no contrastado del neoliberalismo, la ciencia es hoy la insumisa.

4- La política no es ciencia, como su nombre indica. La política suele ser, a su vez, algo muy parecido a su época. Por lo que debe parecerse a un mundo con ideas precarias sobre la ética. Europa, USA, desde los 70, es precisamente el lento proceso de alejamiento de la política respecto de la ética, a través de la selección negativa, el gran sistema de reclutamiento de la política en el siglo XXI. Hoy, por ejemplo, Palme, Berlinguer, Harold Wilson… muy probablemente no estarían en la política, de la que habrían sido expulsados en la primera o segunda casilla. Lo que es una normalidad muy preocupante. En España, ese sistema de incorporación a la política fue, por cierto, más traumático, por su intensidad y brevedad. En términos generales, las personas usuarias de la política como planteamiento ético fueron desapareciendo de la política muy rápidamente, en modo plis-plas y entre 1978 y 1986 –el referéndum de la OTAN fue la última construcción del canon de la política en España, esa escuela de sumisión no a la ética, sino al líder–. Algo traumático, si pensamos que la política local empezó solemnemente en 1977, tan solo un añito antes.

5- Por lo que observo, la política suele sustituir explicaciones sobre lo ético o lo no ético de su actividad por pasión y por su prima, la intriga, ese componente eléctrico que se le supone a una novela –esa cosa que hoy nadie lee–, o a una partida de ajedrez –esa cosa a la que hoy nadie juega–. La pasión y la intriga son buenas compañeras de viaje, siempre y cuando no se viaje a ninguna parte. Por lo que han venido a quedarse por una larga temporada en la política, parece. La pasión, la intriga, conforman los ingredientes del palabro comunicación. La comunicación, un componente de la política, ocupa, tras la expulsión de la ética, el grueso de la política. Suele ser un medidor, incluso. A mayor énfasis en la comunicación, menor énfasis en la ética.

6- Las derechas españolas son pura comunicación. La calidad de su comunicación permite evaluar su estado de calidad y de ánimo. Por ello mismo, se observa una derecha –el PP–, innovadora en comunicación desde los 90, hoy apollardada. Las cuatro cosas con las que, ya desde Casado, el PP va tirando –con el piloto automático de los años 90, más alguna incorporación trumpista: la idea reiterativa de que un Gobierno no PP es Gobierno ilegítimo– no aportan vibración, algo muy poco recomendable en un vibrador, esa cosa que quiere ser pasión e intriga. Vox, ese partido no soberano, evidencia que su soberano, en FAES, no se cuida mucho de él. La gran esperanza blanca –siempre es blanca– de las derechas puede pasar a ser el PP MAD. Lo que es una mala noticia, pues se trata de un acceso a la política absolutamente y únicamente sustentado en la comunicación. En una comunicación rupturista, novedosa, importada de EEUU y de Sudamérica. Es el uso de la pasión y de la mentira sin límites, donde ni tan siquiera la ruptura social es un límite. Las derechas catalanas, las que más lejos han llevado hasta ahora la comunicación como política en la península –lo que es un dudoso honor–, parecen ilustrar el resultado, el punto de destino de esos abusos comunicativos. Gastadas, cansadas, quemadas de tanto sustentarse en la comunicación, dejando atrás su obra, una sociedad crispada y dividida –y una izquierda desgastada, al participar, por una década, de su léxico–, esas derechas catalanas vienen a explicar los límites de la comunicación en la política, que, en efecto, cada vez son mayores y más intensos. Si Aznar no pudo sobrevivir políticamente a sus cuatro últimos años de abuso intenso de la comunicación como forma de Gobierno, hoy esos períodos pueden ser, visto lo visto en Catalunya, de hasta diez años. Se van alargando. Si no se sustentan en un solo enemigo –Aznar–, o si no se imponen a sí mismos calendarios que cumplir –Procesismo–, podrían ser eternos.

7- Inciso. La comunicación, la política neoliberal, de resultados catastróficos, apoyada en la comunicación, es un éxito. O, al menos, no un fracaso. Permite seguir vivos, y aspirar al poder a partidos con fuertes problemas éticos –incluso problemas judiciales y carcelarios–, y con políticas meramente extractivas. Pero lo divertido es que las izquierdas, para combatir ese éxito, pretendan copiar el modelo. Plas-plas-plas. No se pierdan el punto 9. Fin del inciso.

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