sábado, 8 de abril de 2023

CTXT.ES La resistencia social, un arma eficaz contra las políticas neoliberales, de Gonzalo Wilhelmi

 La oleada de movilizaciones logró traducirse en medidas inmediatas, mejoró el diálogo social y facilitó la formación del gobierno de coalición, que está recogiendo iniciativas surgidas de las calles

Gonzalo Wilhelmi 2/03/2023

Manifestación en Madrid bajo el lema Democracia Real Ya, en mayo de 2011.

Las políticas neoliberales aplicadas en España entre 2009 y 2018 tuvieron efectos amplios y duraderos: provocaron una profunda crisis social en la que aumentaron la pobreza y las desigualdades, agravaron la crisis económica originada en el pinchazo de la burbuja financiera y generaron también una tercera crisis en la política institucional, hasta el punto de acabar con el sistema bipartidista controlado por el PP y el PSOE.

Las políticas de ajuste fueron respondidas con protestas y movilizaciones en las que participaron millones de personas y que fueron impulsadas por distintas organizaciones y movimientos, entre las que destacaron los dos grandes sindicatos de clase de ámbito español (CCOO y UGT), las centrales sindicales nacionalistas vascas y gallegas (ELA, LAB y CIG), otras organizaciones sindicales y sociales (CGT, Plataforma de Afectados por la Hipoteca, SAT, 15M), el movimiento feminista y las coordinadoras de pensionistas en defensa del sistema público.

La movilización masiva y con reivindicaciones generales –y no meramente locales o sectoriales–, como el rechazo de los recortes sociales, la exigencia de un sistema fiscal más justo y progresivo, la igualdad entre hombres y mujeres, el fin de las violencias machistas, la defensa del Estado del bienestar, de los derechos laborales y de la protección social, atravesó varias fases entre 2009 y 2020.

La ola de protestas fue muy intensa entre 2009 y 2015, decayó en 2016, se recuperó ligeramente en 2017 y volvió a alcanzar niveles altos desde 2018 hasta el primer trimestre de 2020, cuando las medidas sanitarias para contener la pandemia de covid provocaron el fin del ciclo de protesta.

Los impulsores de las movilizaciones fueron diversos, con variaciones y relevos de organizaciones y movimientos. En 2009 y 2010 los principales convocantes fueron CCOO y UGT, y cuando en 2011 dieron un paso atrás, dejaron un espacio libre que ocuparon pequeños grupos de la izquierda radical y el movimiento 15M. En 2012 y 2013 los dos principales sindicatos de clase españoles volvieron a asumir el liderazgo de las movilizaciones, y en 2014 y 2015 las protestas fueron dinamizadas sobre todo por el movimiento feminista, por pequeños sindicatos radicales como CGT, por un enjambre de pequeños colectivos y por Podemos, un nuevo partido de izquierdas creado al calor del movimiento 15M. En 2016, la movilización se redujo notablemente y en 2017 comenzó a remontar tímidamente de la mano de CCOO y UGT y, sobre todo, del movimiento feminista, que lideraría las protestas junto a las coordinadoras de pensionistas durante los años 2018 y 2019.

En Galicia, Euskadi y Navarra la movilización contra las políticas neoliberales fue más intensa que en el resto del país, y tuvo sus propias dinámicas, lideradas por los sindicatos nacionalistas CIG, ELA y LAB. A pesar del mayor nivel de protesta, la falta de coordinación más allá de sus territorios provocó que su contribución a la resistencia frente a las políticas de ajuste tuviera un resultado menor que el que correspondería por el nivel de la movilización.

Sí se puede. Los resultados de la protesta

La inmensa movilización social mantenida –con altibajos– durante una década logró resultados concretos en tres ámbitos: en medidas inmediatas, en el diálogo social durante los gobiernos de Zapatero y Rajoy (si bien aquí los resultados fueron muy limitados), y en el medio plazo, en varias iniciativas impulsadas a partir de 2019 por el Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos: mejora de las pensiones públicas, reforma laboral, derogación del artículo 315.3 del Código Penal que facilitaba la represión política de la actividad sindical durante las huelgas (todas ellas negociadas en el diálogo social), y por último, la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual, conocida popularmente como ley del “sólo sí es sí” (...)


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