La edad de oro de la algarroba está tocando a su fin. Tras el boom experimentado durante los dos últimos años, en los que la leguminosa llegó a comercializarse por casi dos euros el kilo –convirtiéndose, en consecuencia, en objeto de deseo para especuladores y ladrones–, la demanda ha caído en picado y los intermediarios que acapararon la compra del fruto buscan de forma desesperada el modo de dar salida al excedente. “Siempre hay personas que ante la escalada de precios, en lugar de liberar el producto y que el mercado no llegue a una situación límite, prefieren almacenarlo. Y eso es muy peligroso”, advierte Joan Tous Marí, doctor en Ingeniería Agrónoma y coordinador técnico de Empresas innovadoras de la Garrafa.
Tous, quien ha llevado a cabo numerosos estudios sobre la producción de la algarroba, se remonta a la crisis generada por la COVID para explicar la situación en la que, en la actualidad, se hallan inmersos los vendedores de este fruto, cuya comercialización se lleva a cabo, principalmente, a través de cooperativas y empresas privadas. Y es que los precios del producto antes de la irrupción de la pandemia podían oscilar entre los 0,65 y los 0,70 euros, pero la crisis, subraya el experto, provocó tal “explosión de precios” que elevó los mismos a unos 1,7 euros. En la actualidad, las cifras han vuelto a niveles previos a 2020. “Ha sido como un tobogán. La pandemia destrozó el mercado normal de este producto. Ahora el precio es muy distinto al del año pasado y quienes han jugado a esto no tienen forma de darle salida”, asevera Tous en declaraciones a elDiario.es.
La clave, en la cotizada goma de garrofín
El ingeniero ilustra la “tormenta perfecta” que se originó durante la pandemia y que provocó que numerosas materias primas comenzaran a escasear. Fue entonces cuando se produjo una “psicosis” en el sector de los hidrocoloides, entre los que se halla la cotizada –y codiciada– goma de garrofín, obtenida de la molienda de las semillas de algarroba y utilizada –bajo el indicativo E410– como espesante y estabilizador en la industria alimentaria, además de contar con múltiples usos, entre otros, en los sectores farmacéutico, textil y químico.
“¿Qué ocurrió? Los jefes de compra de las grandes multinacionales empezaron a adquirir más de lo que necesitaban, a lo que se sumaba el aumento de los precios de los mercados y el encarecimiento de los fletes de los barcos. Ahora nos encontramos con empresas que acumulan más stock que en otras campañas, con demanda escasa y con el precio desmoronado. Hay que digerir las elevadas cotizaciones que hubo hasta que el mercado vuelva a normalizarse”, asevera Tous.
Como apunta el coordinador de Empresas Innovadoras de la Garrofa, que aglutina a prácticamente toda la cadena de valor de este producto (cooperativas de segundo grado de Comunitat Valenciana, Catalunya y Mallorca, troceadores industriales y empresas transformadoras de la goma de garrofín), se trata de un fenómeno que no solo ha afectado a España, principal productor de algarroba a nivel mundial con cosechas de entre 60.000 y 80.000 toneladas anuales, sino también a otros países de la cuenca mediterránea como Italia o Portugal (...)
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