27/2/23
Cada página de La condición humana de Hannah Arendt es un jardín de los senderos que se bifurcan. Aquí plantea la vieja división del trabajo intelectual y el trabajo manual: ¿es tan clara como siempre pensaron las teorías sociales? ¿es que el trabajador intelectual no trabaja con las manos? Yo al menos continuamente, y con la espalda y con el cuerpo que al final de la jornada está dolorido. La distinción está en otra parte, en lo que se llamaban las artes liberales frente a las manuales. Pero esa distinción tiene poco que ver con el carácter del trabajo. Las diferencias están en cómo se objetiva su valor de cambio en el mercado de cuerpos y almas y en cómo se regulan los cuerpos en los tiempos del neofordismo contemporáneo: protocolos que ordenan cada movimiento de las manos, de la vista atenta.
Lo de dedicarse a pensar en tiempos de "publica o muere" es una falsa manera de dividir el trabajo. Puedes pensar todo lo que quieras, pero al final tienes que usar las manos en la máquina.
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