Viernes 7 de abril de 2023
Iban Gorriti es un entusiasta de la divulgación histórica. Sus libros, sus performances, sus artículos semanales en Deia, su amistad con el gudari Moreno, le acreditan como una persona sensible a nuestro inmediato pasado y digno de ser respetado.
Desgraciadamente se topa con mucha insensibilidad, mucha pose, mucha gente que tiene presupuesto y no hace nada para sacar del silencio y la oscuridad historias que nos han negado conocer. Pero lo malo no es tanto eso, aunque también, sino la mala educación de medios de comunicación y representantes elegidos que por una parte te hablan de la "escucha activa" pero que solo actúan si algún pope se lo sugiere o si viene avalada la iniciativa por alguien con título nobiliario pero cuando surge de la base, de las heridas, del mismo silencio, no les hacen ni puñetero caso.
Aquí en Deia, el pasado miércoles escribió la carta que reproduzco, es todo un grito, y que lo dice todo.
“Los supervivientes de los bombardeos de Durango y Gernika-Lumo son invisibles a los ojos de los medios de comunicación. Y eso que son los últimos, las últimas. Desde el pasado diciembre, están solicitado en primera persona el bonito y positivo hermanamiento de estas dos localidades porque ellos y ellas son de Durango y de Gernika-Lumo y sufrieron las bombas y el silencio impuesto por la dictadura. Sus ayuntamientos democráticos les piden sus votos en estos días de elecciones, pero no les escuchan, únicamente cuando a última hora necesitan un superviviente para su acto de conmemoración, para que quede “exótico y justo”. Los medios de comunicación, al mismo tiempo, pasan de ellos, de sus propuestas, porque la noticia en su criterio no les parece importante si no hay un alcalde o una alcaldesa por detrás. Se les niega -entonces- difundir sus peticiones y emociones, aunque luego en las columnas de opinión de los periódicos o en sus platós sus tertulianos hablan precioso, inclusivo, emotivo… sabiendo que el papel lo aguanta todo, absolutamente todo. Eso sí, opinan los contertulios por ellos cuando ellos aún están aquí y pudieran hacerlo en primera persona. Los invitados y presentadores deben saber más que ellos. Terrible esta paradoja. Por lo tanto: ni Verdad ni Justicia ni Reparación. ¿Cómo se les va a reparar si se les ningunea y hablo con triste experiencia durante 30 años analizando su papel en los días de conmemoración? ¿Estarán esperando a que mueran como antes ha ocurrido con los gudaris y milicianos? Más, en estos días que piden la palabra y se les frena, se les ningunea e invisibiliza. El mundo de la memoria -político y mediático- es todo una mentira (mientras nadie me demuestre lo contrario).”
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