jueves, 11 de mayo de 2023

Soulèvements de la Terre: “Entre el fin del mundo y el fin de su mundo, no hay alternativa”

 Cigüeñas negras     18 ABR 2023

En el espacio de un año y medio de acciones, el rápido crecimiento de les Soulèvements de la Terre (las sublevaciones de la Tierra) ha pasado de 700 a 30.000 personas. Más allá del llamativo número de manifestantes, el mérito está en la profundidad de su implicación. Participan en él asociaciones, sindicatos, agricultores, ecologistas, desertores de la metrópolis e incluso urbanitas


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Aparece ante nosotros la clara imagen de la bifurcación entre mundos y no cabe la menor duda de cuál de ellos debe extinguirse. Las últimas movilizaciones populares en Francia de les Soulèvements de la Terre (las sublevaciones/los levantamientos de la Tierra) contra el acaparamiento de tierras y aguas, nos anuncian un giro drástico en este combate.

Para dar lugar a innumerables formas de vida con la multiplicación de sus mundos, para poner fin a la criminal actitud de espera de quienes gobiernan –este único y devastador mundo– y tienen el poder de seguir acelerando la máquina, es ya evidente que las performances, los llamamientos firmados (por personalidades, intelectuales y activistas) o las ILP ciudadanas (que se revierten en maquillaje para camuflar aún su gobierno) no hacen más que complacer a los responsables de la administración de este desastre.

“Somos la naturaleza defendiéndose”

El punto de partida no es ese al que nos tiene habituados el activismo ecologista imperante a este lado de los Pirineos. Aquí somos protectores y defensores de la naturaleza mientras que allí, por contra, es la naturaleza la que se defiende a sí misma. Se rompe de este modo el encantamiento de la perspectiva antropocéntrica, la perversa dinámica de separación que traza una línea divisoria entre lo humano y la Naturaleza, pues es evidente que esa línea no es exterior a nosotros sino que nos atraviesa. Operando este desplazamiento, el lema [fraguado en la ZAD (Zona a defender) de Notre-Damme des Landes] evidencia quién emprende la acción: Somos la naturaleza que se defiende a sí misma. Somos la Tierra que se subleva. Somos las sublevaciones de la Tierra.

En el espacio de unas pocas temporadas –un año y medio de acciones– el rápido crecimiento de la potencia de SdlT —pasando de 700 a 3.000 personas, luego en torno a 6.000, y este último 25 de marzo, en Sainte Soline, entre 25.000 y 30.000 personas— demuestra que esta línea militante está respondiendo a la multiplicidad de aspiraciones y emergencias ecologistas. Más allá del llamativo número de manifestantes, el mérito está en la profundidad de su implicación. El entramado alrededor de SdlT (asociaciones, sindicatos, agricultores, ecologistas, desertores de la metrópolis e incluso urbanitas) se une bajo un principio de reciprocidad comprometiéndose con otras luchas. Se incrementa así el número de manifestantes con una gran movilidad por todo el territorio, que consigue reforzar luchas menores –más vulnerables ante enemigos enormes– por todo el país. Pero sobre todo se favorece una política de la experiencia basada en la convivencia en las acciones y la circulación de conocimientos.

Acciones de “desarme”

Los SdlT han logrado la aceptación popular de acciones ofensivas mediante el concepto de “desarme”. Han conseguido que la práctica del eco-sabotaje sea considerada incluso por los activistas más reacios. Se generaliza así el método de ocupación de tierras, de intervenciones en megabalsas en construcción o en cementeras donde la maquinaria es desmontada, “desarmada”, vuelta inoperante. Los SdlT consideran que la evidente violencia institucional que impone proyectos ecocidas legitima el uso de lo que han venido a definir como “ecoresistencia”, por oposición a la acusación de “ecoterrorismo” que utiliza el Estado francés contra ellos.

Con este acuerdo interno han conseguido neutralizar las tácticas de disociación que históricamente ha aplicado el poder y sus medios de comunicación para generar una brecha entre “fracciones” y designar a “agentes infecciosos” logrando así aislarlos e incitar a su criminalización. Esto ha logrado abrir el debate interno en grupos de activistas que hasta el momento se contentaban con escribir tribunas, firmar llamamientos u organizar asambleas ciudadanas, etc. y virar su militancia hacia la participación en la logística de campamentos o manifestaciones prohibidas; y a equiparse también –alegremente– con cizallas, piedras, martillos o tijeras de podar.

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