Carlos Navarro Castelló 13 de junio de 2023
Condenado por violencia machista en 2002, Carlos Flores –catedrático de Derecho y excandidato de Fuerza Nueva en 1982– será el número de uno de Vox por València en el Congreso de los Diputados tras fraguar el pacto que convertirá a Mazón en president
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MÁSTodo esto forma parte del oscuro pasado de Flores (València, 1964), Catedrático de Derecho Constitucional de la Universitat de València (UV), quien en diciembre fue elegido candidato a la presidencia de la Generalitat por Vox, un nombramiento no exento de polémica tanto a nivel interno como sobre todo externo, principalmente por parte de los partidos de izquierdas. Incluso, miembros de la formación de extrema derecha como el ya exconcejal de València Vicente Montañez criticaron abiertamente esta decisión del Comité Ejecutivo Nacional.
No era la primera vez que concurría a unos comicios. De hecho, Flores Juberías formó parte de las listas de Fuerza Nueva en las elecciones de 1982, partido ultra heredero de la dictadura franquista en el que militó durante su juventud. Más recientemente, ha ejercido desde el año 2016 como vocal del Consell Valencià de Transparència a propuesta del Partido Popular, así como vocal de la Junta Electoral Valenciana, cargos que dejó el pasado mes de abril con motivo del inicio de la campaña electoral. También en ese momento puso a disposición del Ministerio de Exteriores su cargo como cónsul honorario de Macedonia del Norte.
A sus 58 años, ha pasado de su labor como docente en las aulas a la primera línea política, con el primer ministro húngaro Viktor Orbán –bandera de la nueva extrema derecha internacional– como uno de sus referentes; tal y como confesó en una entrevista en El País, en la que también afirmó que pese a que es “una evidencia” que el clima “está cambiando”, es más “difícil de justificar” que por temor “a ese cambio climático deban desarrollarse determinadas políticas que impiden o ralenticen el desarrollo económico”.
En la línea de lo que defiende el partido de Santiago Abascal, equiparó la “lacra social” de la “violencia contra las mujeres, tan condenable como la violencia contra cualquier otro sector social” y afirmó que “la ideología de género no es una medida de protección de la mujer” (...)
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