martes, 22 de agosto de 2023

CTXT. A voces, a bulos y a lonas, de Ana Bibang

 Ana Bibang 18/07/2023

Se están normalizando mensajes racistas y machistas que pueden calificarse como delitos de odio

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Siempre he creído que hay personas que solo se expresan de dos maneras: a voces y a gritos. 

Creo también que estas dos modalidades de expresión pueden darse en cualquier circunstancia del espacio y el tiempo, aunque sea indiscutible que alcanzan su mejor versión en el ámbito familiar y las zonas rurales; así, me atrevo a afirmar que no has vivido de verdad si tu madre no te ha llamado a gritos alguna vez o si no has escuchado vocear a dos lugareños, de monte a monte, de forma inesperada.

Desde una visión costumbrista, a una solo le queda acostumbrarse al nivel de decibelios alcanzados o intentar soportarlos como buenamente pueda. Las madres y los lugareños son personas de respeto, de toda la vida.

Pero no todo el mundo utiliza de un modo sano y espontáneo estos estilos de expresión que forman parte de nuestras vidas, todo lo contrario.

En estos tiempos que nos toca vivir, vociferar se ha convertido en un instrumento de manipulación peligroso, pero valiosísimo, en manos de quienes necesitan hacer el ruido suficiente para esconder todo lo que necesitan ocultar y, por supuesto, conseguir que no se escuche nada, ni a nadie más.

Por eso, estamos presenciando una suerte de mensajes fascistas, racistas, xenófobos y machistas lanzados a voz en grito hasta la saciedad, de modo que no se repare en que son intolerables en democracia y que agreden, no solo a quienes son objetivo directo del ataque, sino al conjunto de cualquier sociedad decente y con la actividad cerebral desarrollada y ordenada, claramente ausente en los autores de semejantes acciones.

Lo más grave es que gracias a ese ruido creado, tampoco se presta la debida atención a la ilegalidad en la que se pudiera estar incurriendo, con lo que, ante la normalización de estas conductas, debemos recordar que la única norma que las califica es aquella que las define como delitos de odio en nuestro Código Penal (...)

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