domingo, 1 de octubre de 2023

Cómo luchar (con éxito) contra el tópico de que a los jóvenes no les interesa el patrimonio, de José María Sadia

 José María Sadia    29 de agosto de 2023 


“Con el patrimonio pasa lo mismo que con el noruego, que no lo hablan. Si no te lo enseñan, no puedes aprenderlo”. La reflexión de Pilar Martínez Arce viene a desmontar el tópico de que los jóvenes no están interesados ni por la historia ni por su legado. “Si vives experiencias en torno al pasado, la realidad cambia completamente: unes el patrimonio a una vivencia personal, propia”. Y sobre esa idea se sostiene gran parte del trabajo de la asociación que preside, Patrimonio para jóvenes, un colectivo nacido en 2015 con el propósito de mostrar la herencia de nuestros antepasados a las nuevas generaciones. Tras la irrupción de la COVID y la dificultad, durante la pandemia, de realizar salidas y actividades en grupo, el grupo se centró en la creación de becas para que sean los jóvenes quienes le hablen de nuestros monumentos a los jóvenes. Desde entonces, la asociación da la oportunidad a gestores culturales en ciernes, a futuros diseñadores gráficos o a fotógrafos en formación de demostrar que el patrimonio puede ser (lo es) una fuente de empleo y de futuro, en muchos casos, además, ligada al mundo rural.

En el Memorial de Argelès-sur-Mer: "Los jóvenes franceses y alemanes saben de la Guerra Civil y el franquismo más que los españoles”

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La aventura de hacer atractivo el patrimonio a ojos de los adolescentes —de comenzar a desmontar el tópico de que el pasado es aburrido— comenzó hace algo más de una década. “Me di cuenta de que las visitas a los monumentos estaban pensadas para la gente mayor de 50 años”. Pilar Martínez, “única persona mayor” de un colectivo en el que los protagonistas son los estudiantes, detectó que “el tiempo de duración y el lenguaje” de las actividades en torno a edificios históricos era una auténtica barrera que había que comenzar a derribar. “Los guías suelen apelar a una sensibilidad que supone una cierta experiencia vital”, apunta, “imposible” para niños de 10 o 12 años.

El diagnóstico suponía un gran paso, pero ¿dónde estaba la receta mágica? ¿Cómo se podía involucrar en el patrimonio a una generación rodeada de multitud de estímulos y alternativas culturales y de ocio? “Los jóvenes conectan con el patrimonio si lo hacen a través de sus intereses”, concluye Martínez Arce después de una década de experiencias. “No pueden ser sujetos pasivos, de ahí que a los raperos les pidamos que nos cuenten los monumentos a través de la música, a los de danza urbana, por medio del baile en torno a una arquitectura en la que rara vez se habían fijado… Cuando les propones que ellos estén en primer plano, descubren algo nuevo y lo asumen”. En no pocas actividades de Patrimonio para jóvenes —una asociación de ámbito nacional con sede en Navarra— han confirmado el diagnóstico y la solución. “¿Por qué esto no me lo han contado antes en el colegio?”, reflexionan.

Les interesa, pero no lo conocen”

Casi sin quererlo, la joven pamplonesa María Odériz dio con el problema. En un recorrido por unos 70 lugares históricos en España y Nueva York —gracias a una beca de la asociación Patrimonio para jóvenes— escuchó no pocas veces el falso tópico, que a los jóvenes no les interesa el patrimonio (...)

 

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