martes, 30 de enero de 2024

CTXT. Si le gustó 2023, le gustará 2024. Por Guillem Martínez

 Guillem Martínez 31/12/2023

La sombra de una extrema derecha neoliberal se proyecta sobre el mundo, donde no es contradictoria, y carece, en todo el planeta, de oposición y resistencia

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Santiago Abascal y Javier Milei posan juntos en Buenos Aires tras el juramento del argentino como presidente de la nación. / RRSS




1- El tiempo, al ser recordado, adquiere la forma de una catarata de hielo. Al verla, uno cae en que el tiempo esculpe los segundos, las semanas, los años de manera que sus cataratas congeladas dibujan las épocas, que son inapelables y responden a su propia lógica y decisión. No se pueden proclamar las épocas. No se puede proclamar, así, el Renacimiento. Y, lo que es aún peor, no se pueden suprimir las épocas. No se puede suprimir, así, la Edad Oscura. Hola. Lo que sigue a continuación es una descripción de la catarata de 2023, a partir de sus noticias, sus hijas para siempre ya fosilizadas en el hielo. Esas noticias son la época en la que estamos, y de la que sobresalen de la espuma congelada nuestros brazos y cabezas. Uno no puede proclamar 2023. Pero, snif, tampoco suprimirlo.

2- No nos acordamos, pero la primera noticia de 2023 fue el motín del trumpismo frente al Capitolio de 2021, pero en Brasilia, en enero de 2023 y bajo la inspiración de Bolsonaro. En aquel momento 2023 era un bebé, y el trumpismo, por tanto, sus primeras palabras. El año empezaba hablando de Guerra Cultural –a partir de ahora, GC–, dos palabras tan importantes en la biografía de 2023 que precisan una definición que acote el concepto, que impida que se vuelva trivial y repetitivo. No todo es GC. Salvo la GC.


3- La GC es, como su nombre indica, una guerra. Mental, si bien, poca broma, de exterminio –intelectual, vital– del contrincante. Transcurre sobre un tema candente –yo qué sé: la eutanasia, el aborto, las vacunas, la indepe, la ruptura de España, la amnistía, la alcaldía de Pamplona, el Pisuerga al pasar por Valladolid–, que no importa una higa, pues lo importante es que, tras ese tema candente, transcurre un conflicto ideológico mayor, desmesurado, absoluto, una pugna por valores, improbable, exagerada, a vida o muerte, que divide la sociedad en bloques, en civilización y barbarie, en buenos y miserables –el adjetivo favorito de la GC–, incluso en humanos e infrahumanos. Y, muy importante, en perseguidos y perseguidores, pues para fundar una Guerra Cultural es fundamental visualizar el colectivo agresor como agredido –la clase media, el hombre blanco, grupos con estabilidad económica y social garantizada, la reacción contraria a la libertad, a los nuevos derechos y a los nuevos fenómenos–. La GC no tiene nada que ver con el intercambio o la pugna de opiniones, en tanto la GC nada tiene que ver con el concepto razón. Ni siquiera se relaciona con la realidad –ejemplo: “Pedro Sánchez es comunista”–. La GC suple la política, ese muermo, por GC, esa cosa apasionante que, como los sueños, los delirios o las mentiras, no transcurre en la realidad. La GC, su tremenda capacidad de polarización, es lo que posibilita que la derecha clásica se alinee con la nueva extrema derecha mágica. Como indica Steven Forti, la GC es la estrategia para que las nuevas extremas derechas polaricen, dominen los discursos y ganen influencia electoral. La GC es un gran ingrediente de algo que no es el fascismo de los años 30 y 40 del siglo XX, pero sí la mayor amenaza a la democracia, a la vida en común, a la tolerancia desde los años 30 y 40 del siglo XX. La mala noticia es que a) la GC está ganando. La buena es que, cuando esté a punto de hacerlo, b) también invadirá la URSS, pues la GC tampoco se sustenta en ninguna inteligencia. No precisa formación y buenos análisis, sino presencia y declaraciones continuas, escandalosas, absurdas y crispantes, que desplazan lo que en verdad ocurre, que suplen la información y los hechos. La GC no es el espectacular discurso de Goebbels en el Sportpalast. No es esa superproducción. Pero es barata, fácil, sencilla, constante, cotidiana. “Sánchez es comunista”, “Espanya ens roba”, “el golpismo catalán”, “ya no hay libertad”, “no se puede dar un pico a una tía”, “son ETA”.

4- Para valorar la importancia del concepto GC: si 2023 empezó, lo dicho, con Trump en Brasilia, acabó en diciembre con Trump en Buenos Aires, donde parece reformularse el trumpismo, en una nueva versión más dadá y más eléctrica, y a través de Atlas Network, un think thank USA que hace transcurrir lo reaccionario a través de conceptos, revolucionarios, chachis, del anarquismo individualista USA. Sobre esta emisión de lo reaccionario, que puede ser tendencia mundial en noviembre de 2024 si, como todo apunta, Trump barre en las elecciones, se debe señalar que sobrepasa, definitivamente, el marco liberal. Es otra cosa. Consiste en la devolución al mercado de todo. Incluso de parte del siglo XVIII –Montesquieu, la mismísima Revolución Francesa, con la que íbamos tirando–, y del grueso de la región luminosa del siglo XX. El Estado vuelve a no tener ninguna responsabilidad social, como antes de Teddy Roosevelt –del otro Roosevelt ya ni hablamos–. Su única responsabilidad es, otra vez, frente a la empresa y frente al escaso grupo social beneficiado por el neoliberalismo desparramado. La gran función del Estado vuelve a ser el mantenimiento del orden, ese desorden que, en breve, será extremo en Argentina. Mantener el orden en el abuso y el absurdo precisará un Estado desmesurado y constante. El periodista argentino Sebastián Lacuza señala, por lo demás, que el proyecto de Milei es próximo, en su tesitura y programa económico, al desastre económico, hoy contrastable, programado por la Junta golpista. Emitirlo en aquella ocasión precisó del exterminio de sindicalistas. Hoy tal vez no sea necesario. Lo que habla del vigor, de la autonomía y capacidad de la GC, esa nueva propaganda. Es difícil saber cómo concluirá esta etapa argentina, salvo que será de modo abrupto. Con un Milei, como siempre, invadiendo la URSS.

5- Milei es posible porque no es imposible. La época le da la razón y le hace encajar. La sombra de una extrema derecha neoliberal se proyecta sobre el mundo, donde no es contradictoria, y carece, en todo el planeta, de oposición y resistencia (...)

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