lunes, 25 de marzo de 2024

El Salto. “Sin naturaleza no hay trabajo ni agricultores” GREEN EUROPEAN JOURNAL

 5 MAR 2024

Enrico Somaglia, secretario general adjunto de la Federación Europea de Sindicatos de los sectores de la Alimentación, la Agricultura y el Turismo y ramas afines, defiende que la transición ecológica puede mejorar las condiciones del sector agrícola mientras alerta de la instrumentalización de las protestas en el campo por parte de la ultraderecha.

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Enrico Somaglia, secretario general adjunto de la Federación Europea de Sindicatos de los sectores de la Alimentación, la Agricultura y el Turismo. GREEN EUROPEAN JOURNAL


Frente a la avalancha de agricultores que están tomando las calles y siendo noticia en los medios de comunicación de toda Europa, los gobiernos nacionales y las instituciones de la UE están dispuestas a hacer concesiones inmediatas a fin de calmar los ánimos. Sin embargo, ¿son estas soluciones lo que los agricultores y trabajadores agrícolas necesitan realmente?

Consultamos a Enrico Somaglia, secretario general adjunto de la Federación Europea de Sindicatos de los sectores de la Alimentación, la Agricultura y el Turismo y ramas afines (EFFAT, por sus siglas en inglés), sobre ello.

¿Existe algún denominador común entre las protestas de los agricultores que están teniendo lugar a lo largo de Europa?
Las protestas están relacionadas con diferentes circunstancias de carácter nacional, tales como la sobrerregulación, los recortes en las subvenciones o las importaciones de grano de Ucrania a la UE. No hay duda de que existe una frustración hacia un enemigo común: la Unión Europea, el Pacto Verde y su estrategia “De la granja a la mesa”. Obviamente, no todos los agricultores los consideran enemigos, ya que el sector de la agricultura es muy heterogéneo. Los pequeños productores agrícolas se organizan de forma distinta que los grandes, sus representantes son distintos. Existe una minoría dentro del sector que se opone a cualquier tipo de política verde porque se resiste al cambio. Nosotros, como sindicatos, rechazamos firmemente esa actitud.

Por otro lado, gran parte de los agricultores están en contra del Pacto Verde porque lo perciben como una imposición. Por suerte, aún hay margen para mejorar las políticas verdes y hacerlas más aceptables para la sociedad. Los sindicatos consideran que este es el camino a seguir para construir un nuevo sector de la agricultura que no sólo sea más sostenible desde un punto de vista medioambiental, sino que también se convierta en un entorno de trabajo mejor. Para ello es necesario adoptar medidas que estén orientadas a lograr una transición verdaderamente justa. No debemos olvidar que, si las circunstancias de los agricultores son difíciles, las de los trabajadores agrícolas son, lisa y llanamente, inaguantables. Una gran proporción de los trabajadores agrícolas de temporada, trabajadores migrantes y jornaleros sigue enfrentándose a jornadas interminables, unas condiciones de vivienda deplorables y unas relaciones laborales marcadas por la explotación. La transición ecológica puede ser una oportunidad para crear mejores trabajos, pero hay que reforzar el aspecto social.

Si el sector agrícola no es un bloque unido, ¿quiénes son los que están protestando? ¿Comparten en realidad los mismos intereses?
Existe unidad entre los agricultores respecto a cuestiones tales como la toma de decisiones unilateral, el acuerdo de la UE con el bloque económico Mercosur (actualmente en proceso de negociación) y la desigual distribución de la riqueza.

En muchos países, los pequeños productores agrícolas representan a la gran mayoría y son una pieza esencial de la economía rural. Necesitan respuestas y los sindicatos les apoyan en esto. Obviamente, también existe el riesgo de que las protestas de los agricultores sean instrumentalizadas por una minoría dentro del sector que se resiste al cambio porque se beneficia del modelo vigente, insostenible en términos medioambientales y sociales. Esta minoría trabaja contra la naturaleza y, en consecuencia, también contra la agricultura. Por lo tanto, los agricultores deberían tener cuidado de que sus reivindicaciones no se instrumentalicen en contra de sus intereses.

Sin embargo, los grandes terratenientes son a menudo los únicos que obtienen representación en Bruselas. ¿Cómo podemos abordar este problema?
Como sindicatos, esperamos que todos los productores agrícolas, ya sean grandes o pequeños, respeten los derechos de los trabajadores y del medio ambiente. Pero sí, la representación es sin duda un problema. Hay una parte importante de la comunidad agrícola a la que no se escucha lo bastante. Algo parecido ocurre con los sindicatos: representamos a los trabajadores más vulnerables de la cadena de suministro, y aun así los responsables políticos no nos prestan suficiente atención, a pesar de que las condiciones laborales y de vida en el sector siguen siendo muy duras para muchas personas. Los trabajadores agrícolas son los más afectados por las desigualdades del sistema alimentario. Los pequeños productores agrícolas también se encuentran entre las principales víctimas. Por ejemplo, se encuentran en una posición débil a la hora de negociar con las cadenas de supermercados que quieren imponer precios de manera unilateral (...)

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