11 de mayo de 2025 Ruth Toledano
- En un país que declaró en la Carta Magna su aconfesionalidad, la presencia abusiva de la Iglesia es una okupa consentida que no solo se niega a salir de la salita de estar, sino que se sienta sin permiso a tu mesa y, con beatífica sonrisa, exige su parte del pastel
- Plaza de San Pedro, el Vaticano WikimediaLa España contemporánea debería revisar el hecho de ser un Estado aconfesional y trabajar en ser un Estado laico, pero la
- Iglesia católica sigue siendo esa okupa consentida que se niega a abandonar la salita de estar, esa huésped que, en vez de
- agradecer la hospitalidad que le concedió la Constitución, se instala con arrogancia, reclama privilegios y se permite dictar
- las normas de la casa, es decir, las reglas del juego democrático. España no será un país realmente democrático hasta que no
- haga la transición, también política, de pasar de ser un Estado aconfesional a ser un Estado laico, sin la sombra de esa
- institución que, con su obsoleta casulla y su vasto aparato institucional, aún se atreve a dictar quién puede casarse y quién
- no, qué se puede enseñar y qué no, qué valores deben prevalecer y cuáles ser eliminados, cómo han de ser las mujeres
- , quién lo es y quién no, dónde deben estar, qué estilo de vida debemos llevar o no. Un avance racional que no se
- entiende que siga resultando impensable.
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