Néstor Prieto Amador A bordo de la Flotilla-
La activista pide maximizar la presión mediática y política para que la misión alcance su objetivo.
Greta Thunberg, durante un momento de la travesía de la Global Sumud Flotilla.
Greta Thunberg saltó a la escena pública a finales de 2018, cuando con apenas 15 años comenzó una protesta diaria sentándose frente al Parlamento sueco para exigir medidas climáticas.
Durante años fue el rostro visible de la lucha contra la crisis climática. Hoy, en 2025, con 22 años, Greta mantiene su discurso ecologista, pero desde hace meses ha abrazado también otras causas sociales. En enero de este año, la activista climática visitó los campos de refugiados saharauis en Tindouf (Argelia) para mostrar su apoyo y denunciar la situación del pueblo saharaui.
Ahora intenta, por tercera ocasión, llegar a las costas de Gaza a bordo de la Global Sumud Flotilla. Greta atiende a Público desde la embarcación Alma, el buque madre de la expedición humanitaria que busca romper el bloqueo israelí sobre la Franja. Menos de 300 millas náuticas les separan de su objetivo.
¿Cómo afrontas estas últimas horas de travesía? Estamos a poco más de un día de llegar a las costas de Gaza y a solo unas horas de una posible intercepción israelí.
Con cada milla que nos acercamos a Gaza estamos más motivados y decididos a continuar y a terminar nuestra misión de romper el asedio, abrir un corredor popular humanitario y luego llevar más ayuda. No nos van a detener las amenazas infundadas de Israel.
En Barcelona advertíais de que con esta iniciativa entrábamos en un "terreno desconocido" por la dimensión de la actual misión. ¿Qué distingue a esta Global Sumud Flotilla (GSF) de iniciativas anteriores?
Se trata de la mayor iniciativa humanitaria de solidaridad con Palestina en la historia: nunca habían zarpado tantos barcos con la intención de romper el asedio israelí a Gaza por mar. Por eso esta misión no tiene precedentes y demuestra la magnitud de la solidaridad con Palestina. Fuimos decenas de miles de personas las que nos inscribimos para participar en esta misión y estamos demostrando con claridad que la gente está al lado de Palestina. La marea está cambiando: hay más personas que nunca dispuestas a apoyar a Palestina y a actuar cuando nuestros gobiernos no lo hacen.
El propio Gobierno israelí ha planteado la posibilidad de aplicar un protocolo antiterrorista contra quienes viajamos en esta Flotilla. ¿Crees que finalmente lo hará, o que la presión internacional forzará una respuesta más moderada —como una deportación rápida— para evitar el coste político de detener a 500 personas de 45 nacionalidades?
Lo que podemos y debemos hacer en estas últimas horas es intensificar la presión política y mediática para maximizar las probabilidades de alcanzar el objetivo de la misión: romper el bloqueo y abrir un corredor humanitario para el pueblo de Gaza. Por supuesto, estas amenazas no nos van a disuadir; sabemos que la ley internacional está de nuestro lado. El derecho internacional humanitario y el derecho marítimo nos amparan.
"No somos una amenaza: no portamos armas, no tenemos nada que ver con Hamás como dicen"
Si Israel llegara a violar la ley internacional y, una vez más, impidiera la entrada de ayuda humanitaria en Gaza, ello constituiría una vulneración de la Convención de Ginebra. Por tanto, no existe motivo para que nos detengan o nos ataquen, porque no somos una amenaza: no portamos armas, no tenemos nada que ver con Hamás como dicen… somos una misión humanitaria pacífica cuyo objetivo es romper de manera pacífica el asedio ilegal a Gaza.
La organización ha afirmado que, incluso si la gente es detenida y los barcos interceptados, futuras flotillas no se detendrán. ¿Crees que la presión internacional será suficiente para sostener este movimiento y forzar un cambio real en la situación en Gaza?
Hemos sido muy claros en que no nos detendremos hasta alcanzar un objetivo que es liberar Palestina y lograr justicia para los palestinos. Este es el intento número 38 de romper el bloqueo marítimo y, en lo que a mí respecta, es personalmente mi tercer intento de llegar a Gaza. El primero fue con el buque Consciente [en mayo de este año], cuando el barco fue bombardeado un par de horas antes de que debiéramos embarcar, mientras todavía había gente a bordo; en el segundo intento fuimos detenidos ilegalmente y secuestrados en aguas internacionales, trasladados a Israel en contra de nuestra voluntad y luego deportados. Desde entonces dejamos muy claro que volveríamos, porque, por supuesto, debemos seguir intentándolo y cumplir nuestra promesa con los palestinos.
Saltaste a la fama siendo muy joven como activista climática. ¿Cómo fue el proceso que te llevó a involucrarte en la lucha por Palestina y a sumarte a esta Flotilla?
El proceso que me llevó a involucrarme en la causa palestina fue, simplemente, la humanidad básica y la convicción de que no puede haber justicia climática sin justicia social. No puedo decir que me importan los derechos humanos y el bienestar de las personas y del planeta sin, al mismo tiempo, defender una Palestina libre. Esta Flotilla formó parte de ese compromiso y, además, al comprobar que ahora nuestros gobiernos no están cumpliendo su obligación legal de prevenir un genocidio, lamentablemente la responsabilidad recae en la ciudadanía. Si puedo utilizar mi nombre y mi plataforma para aumentar la visibilidad y la seguridad y para poner de relieve la causa palestina, por supuesto que lo haré.
"No puedo decir que me importan los derechos humanos y el bienestar de las personas y del planeta sin defender una Palestina libre"
Este mes de travesía ha doblado los plazos iniciales y ha estado marcado por importantes dificultades logísticas y organizativas. ¿Cómo has vivido esta experiencia desde dentro?
Por supuesto, esos retrasos y desafíos han tenido lugar buscando garantizar al máximo la seguridad de los participantes. Además, ponen aún más de relieve que esto no debería recaer en la ciudadanía y la sociedad civil. Estamos asumiendo responsabilidades que deberían corresponder a los gobiernos. Esta misión no debería existir; la obligación debería estar en manos de quienes realmente la tienen.
Mantienes contacto con personas dentro de Gaza. ¿Qué te transmiten en estos días tan intensos?
Las personas en Gaza han sido muy claras: les corresponde a ellas decidir a quién recibir en sus aguas territoriales y nos están esperando. Israel no tiene jurisdicción legal sobre las aguas territoriales palestinas; no está exento del derecho internacional ni de la obligación de respetarlo y de garantizar los derechos humanos, aunque su propaganda política, que llega a ser genocida, pueda dar otra impresión. Por eso esperamos poder llegar pronto a Gaza y encontrarnos con la población.
A bordo de la Flotilla se dice que Palestina es un espejo de la humanidad, una prueba decisiva para ver si el mundo aún puede regirse por normas y un mínimo respeto a los derechos humanos. ¿Compartes esta visión?
Comparto plenamente esa postura porque, en el fondo, todo se reduce a una cuestión esencial: si reconocemos a los palestinos como personas dignas de respeto y de derechos. El racismo de algunos ha quedado totalmente al descubierto en este contexto, y hay quienes están dispuestos a llegar hasta el extremo con tal de justificar los crímenes de guerra, las atrocidades y los crímenes contra la humanidad cometidos por Israel. A esto se suma la falta de voluntad de nuestros gobiernos para detener este genocidio, lo cual resulta absolutamente inaceptable.
"Todo se reduce a una cuestión esencial: si reconocemos a los palestinos como personas dignas de respeto y de derechos"
¿Cuál es tu mensaje para la comunidad internacional en estas horas clave?
Mi mensaje es que, cuando las personas en el poder que se supone deben representarnos no asumen su responsabilidad, lamentablemente recae en nosotros hacerlo y ejercer la presión necesaria. Exhorto a todo el mundo a unirse a este levantamiento global por Palestina y por la justicia. Todas las personas son bienvenidas y todas son necesarias.



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