Hasta finales de junio ha habido 176 ataques contra alojamientos para refugiados.
Susana Gómez, Berlín - Diagonal - 27/07/15
Por eso que dicen de que empezar un artículo con números es aburrido: 176 fueron los ataques contra alojamientos para refugiados en Alemania solamente
hasta finales de junio. En todo 2014, no llegaron a 200, así que puede
verse con claridad el aumento. El tipo de ataque: piedras, cócteles
molotov que provocan incendios, pintadas de esvásticas… de todo. En la
mayoría de los casos la agresión es contra albergues en planificación,
en obras, en los que aún no están viviendo refugiados en el interior. En
otros casos, como pasó el 11 de julio en el pueblecito de Böhlen,
incluso disparan fuego real contra un albergue en el que están viviendo
refugiados dentro.
Alemania tiene un problema de racismo y
en todos los medios, en el centro de la sociedad, se encuentra ahora
mismo este debate, porque cada semana el corazón se sobrecoge con una
nueva noticia de muestras de xenofobia. El viernes 24 de julio, en
Dresde, delante de unas carpas que habían montado para acomodar a un
millar de refugiados, tuvo lugar una manifestación del partido neonazi
NPD, así como otra demostración en defensa de los refugiados. Según
cuenta la prensa, habrían sido unos 200 neonazis y unos 350 defensores de los refugiados. Los
primeros, al parecer, atacaron a los segundos con piedras y botellas
rotas provocando tres heridos, uno de ellos de gravedad.
Por suerte para los refugiados y para
los propios alemanes, los racistas extremos son muchos menos que los
racistas de andar por casa o que, sobre todo, los antiracistas. Y, de
ese modo, en el pueblito de Freital, en Sajonia, semana tras semana medio pueblo se dedicaba a manifestarse delante de un asilo de inmigrantes.
La mayoría huidos y traumatizados, explicaban en la televisión pública
que estaban muertos de miedo y con razón no se atrevían a salir solos o
por la noche. Hasta que todo el país se enteró y se organizaron
autobuses, un concierto antifascista y hasta el colectivo de artistas Dies Irae
llevó a cabo una acción de guerrilla urbana colocando publicidad
pro-refugiados en las paradas de autobús. Los eslóganes no tienen
desperdicio: “El zorro es listo y se hace el tonto – el nazi hace lo
contrario” o “Los nazis comen falafel en secreto”. El jefe del partido
de izquierdas Die Linke, Michael Richter, sabe a que se están
enfrentando en Freital: su coche salio volando por los aires después de
que desconocidos colocaran un explosivo en la noche del domingo 26 de
julio.
Este inconveniente de cara mas radical que le ha surgido a la sociedad alemana es en realidad la punta del iceberg del pensamiento egoísta y miedoso de una buena parte de la sociedad alemana, como las manifestaciones del movimiento Pegidapusieron
de manifiesto. Los “patriotas europeos contra la islamización de
occidente” han dado la nota durante meses mezclando conceptos y
expandiendo una cultura de negación de la diversidad y de rechazo al
extranjero. Si bien estas protestas por fin se han calmado en los
últimos meses, su trabajo de propaganda ha calado entre determinados
sectores sociales.
Pegida se distancia de los ataques a
inmigrantes, a albergues para refugiados y hasta de las manifestaciones
que tienen lugar justo en frente de las residencias de refugiados. Sin
embargo, miembros del movimiento han demostrado, sobre todo en internet,
lo peligrosos que pueden llegar a ser, amenazando a periodistas,
deseándoles la muerte y tratando de asustarles para que no informasen de
una forma negativa sobre el movimiento. Y es que internet es el lugar donde el problema alemán actual mas patente queda:
cientos y cientos de comentarios en páginas de Facebook y en blogs
llenos de odio y miedo a los extranjeros que vienen huyendo de las
guerras o quién sabe de qué.
Por otro lado, desde hace tiempo venimos informando en este periódico de que las condiciones en que los refugiados son alojados en Alemania
son mas que dudosas en muchos casos. Ahora el ejército, en un generoso
acto, ha puesto cuarteles con capacidad para 3.500 personas a
disposición de los refugiados. Por suerte, podrán vivir en un verdadero
ambiente carcelario en medio de la nada. Con la puerta abierta, pero con
un billete a ninguna parte, ya que en muchos casos no hay ni autobús de línea ni ellos tienen dinero para pagarlo.
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