Estoy cansada de vuestros argumentos y debates. De
vuestras frases para levantar una polvareda que camufle la verdad. Harta
de las rastas, de las cabalgatas, de los bebés, de los piojos, de la
ropa… Nada de eso soluciona el problema con el que cientos de españoles
no pueden dormir. Esos desvelos continuos que se agarran en el centro
del estómago, con un pellizco muy profundo. Y es que la gente se muere
sin dignidad. En peores casos, sin sanidad. Que hay personas que se
suicidan por la crisis. Que las desahucian. Que se les agota el paro.
Que no tienen trabajo. Que emigran. Que tienen hambre. Y frío. Que
tienen ansiedad y pánico. Vosotros, ajenos a estos males, seguros de que
no los viviréis jamás, os centráis en crear debates donde no los hay. Y
caemos en la trampa. Una y otra vez. Y hablamos. Y los respondemos
porque cuestiones tan descaradas merecen una reflexión en la que quedéis
retratados. Pero… no cambia nada. No cambia nada porque el poder sigue
en vuestras manos. Porque el poder que nos maneja incluso está más allá
de nuestras fronteras. Porque el capital manda por encima de todas las
cosas y con vuestra complicidad, os aseguráis de que así sea.
Estoy harta de que derivéis a minucias el debate para dejar al margen
lo importante. Indignada por trasladar la idea de que la apariencia
física está por encima del honor, la honestidad o de la higiene… Si
tanto os preocupa la higiene, mejor que garanticéis agua y luz básica a
quienes no pueden costearlo. Si os preocupan las ilusiones de los niños,
garantizad sueldos dignos a sus padres para no arrastrarlos a la
pobreza. Si os preocupa la honestidad y la honradez en la política,
barred vuestra propia casa y ejercedla sin codicia e intereses.
Estoy harta de que os riáis en nuestra cara y que,
además, lo hagáis con descaro, intención y arrogancia. De vosotros… esos
políticos y periodistas acomodados que abandonaron hace mucho la calle
para anclarse como piojos a los despachos y al poder donde succionar lo
que era de todos. Los mismos que, por una crítica a la tauromaquia o por
cuestionar la deriva de nuestro país, te tachan de antiespañol, dado
que ellos son los únicos que pueden otorgar tal condición de tal. Son
los que en las efemérides gritan a pleno pulmón… ¡Viva España! Esos que
no son capaces de ver que el proceso de identidad va más allá de
símbolos y golpes en el pecho, porque tiene un fondo humanístico del que
carecen. Esos que muestran bien orgullosos la pulserita y el polo con
la banderita de España, como si por ello perteneciesen a un club
selecto.
¿Viva España?
¿Cuál de ellas?
¿La de las empresas del IBEX 35 que no pagan el impuesto de sociedades
en España? ¿La del capital español que ha crecido un 2000% en paraísos
fiscales? ¿La de los 20 españoles más ricos que tienen tanto como el 30%
más pobre? ¿La España donde uno de cada cinco empleados está en
situación de pobreza? ¿La que trabaja por días sueltos o por horas? ¿La
cómplice que apoya países donde se violan derechos humanos? ¿La que
instaló vallas con cuchillas? ¿La que reduce en I+D? ¿La que tiene uno
de cada tres niños pobres?
A un español decente y
honesto se le cae la cara de vergüenza con esas cifras. A vosotros, no.
Porque os habéis esforzado hasta el límite para que así fuera. Para
complacer a la riqueza. Para garantizar el poder. Para asegurar el lucro
con vuestras decisiones y vuestras leyes. Con el apoyo, también, de
parte de un pueblo anestesiado y manejado como marionetas, cuyos
referentes mediáticos son pusilánimes, vídeos banales e informaciones
gastronómicas a las que dedicamos horas eternas. Porque los desahucios,
los suicidios, los emigrantes muertos en el mar, los refugiados, los
recortes sanitarios, el paro, el ataque a los derechos laborales, los
asesinatos machistas o la pobreza no han ocupado todos los días los
titulares ni los minutos de televisión necesarios. Y si lo han hecho, se
han ceñido a momentos tan puntuales y tan efímeros que no dejaron
apenas rastro de conciencia.
Esa es vuestra España.
No la mía. Yo grito… ¡Viva, España! Pero no es exaltación ni homenaje,
sino como imperativo. Que viva, pero en la plenitud de su significado.
Que viva, porque la habéis dejado medio muerta. Os gusta ver cómo otros
caen al pozo mientras vosotros retiráis la escalera. Y os gusta porque
sois lo peor de la condición humana. Que España viva tranquila sin
vuestra codicia, avaricia, lujuria y soberbia. Que empiece a vivir desde
la dignidad y la conciencia. De aquellos que sienten como su patria los
derechos. Vista vuestra condición, será la única patria por la que
siempre merecerá la pena luchar hasta el final… Que así sea.
Sin patria ni hay ni habrá justicia social.
ResponderEliminarApoyando la inmigración masiva lo único que hacéis, pijoprogres, es alentar el dumping social y laboral vía inmigración que vosotros, pequeñoburgueses y/o vividores de lo público, no sufrís.
¿Acaso crees que España puede soportar 20 millones de inmigrantes de los cuales jamás han cotizado ni aportado más de un tercio? por los 9 millones reales ya vamos.¿Quienes crees que alentaron la inmigración masiva en los años 90 con el pretexto de las pensiones y un montón de mentiras? ,¿quién te crees que sale beneficiado con la inmigración masiva? no el obrero autóctono que sufre el dumping y que ve sus barrios convertidos en campo de Agramante.
Traidores de clase.