El libro 'Los internados del miedo' describe lo que ocurría realmente en los orfanatos españoles, acusando a gobierno y órdenes religiosas de los abusos. Y exige reparación. 12.06.2016 María Palmero
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Tenemos muchas dudas y queremos saber más. Necesitamos que alguien nos explique cómo esto puede seguir aún silenciado. Por ello nos ponemos en contacto con Ricard Belis, uno de los autores del libro, junto a Montse Armengou, que nos ofrece su visión del pasado, presente y futuro de esta situación. Ricard es experto en la historia del franquismo, un tema al que lleva dedicado decenas de años de investigación periodística. Tras charlar con él, llegamos a una valiosa conclusión: el daño ya está hecho, pero dar a conocer la historia de estos niños y que los responsables lo reconozcan públicamente puede sanar el dolor de muchas víctimas de los 'internados del miedo'.
PREGUNTA: Nada más comenzar el libro nos encontramos con una reivindicación. Decís que, al contrario de lo que sucede en otros países –desde Argentina hasta Sudáfrica pasando por el Congo, Bosnia y otros lugares–, aquí en España no hay un organismo estatal que se encargue de investigar las denuncias que surgen de personas que, de algún u otro modo, sufrieron la dictadura franquista en su propia piel. ¿Por qué no existe tal organismo en España?
RESPUESTA: Todo es fruto de cómo fue la transición a la democracia en España. Se hizo con un sistema que, aunque en los primeros años tenía su razón de ser, decidió no mirar atrás en ningún momento. De este modo, se entra en una dinámica de silencio de muchos años, que deja olvidadas y apartadas a todas las víctimas del régimen. Eso ha hecho un daño terrible a las propias víctimas –por el hecho de no poder sacar su dolor y tenérselo que quedar para ellos– y a la sociedad española en general –porque el hecho de no conocer bien lo que ocurrió es bastante impensable en otro país democrático–.
P: ¿Crees que en algún momento se podría crear tal organismo estatal o lo consideras algo utópico?
R: A ver, lo deseo... pero en un corto plazo lo veo imposible. Este libro es hijo de un documental que se emitió en Cataluña, donde fue un éxito de audiencia, pero no ocurrió nada. Solo hubo una recogida de firmas para exigir que la Iglesia pidiese perdón, pero nada más. Yo creo que es más importante incluso que el Estado español pida esas disculpas, porque es el responsable final de la mayoría de estos internados, unos centros que estaban regentados por religiosos pero por concesión del Estado. Eso es una tarea pendiente.
Te cuento una anécdota. Llevamos este documental a un festival de Francia muy famoso, en el que se emitían reportajes de otros países. Tras visionar nuestra investigación, el público francés no entendió cómo el Estado español no pidió nunca disculpas ni aceptó lo que ocurrió en aquellos internados. Luego, dio la casualidad de que en la misma sala se proyectó un documental suizo de una temática similar (abusos a niños en internados suizos). La gran diferencia es que aquel documental comenzaba con el gobierno suizo actual pidiendo perdón por lo que hicieron gobiernos anteriores.
R: No soy optimista por dos motivos: primero porque no hay ninguna encuesta que dé ganadora a Podemos, que aunque es de las pocas formaciones a nivel estatal que se presentan que lleva esto en su programa electoral, difícilmente va a obtener mayoría absoluta para llevar a cabo las políticas que ellos proponen; y segundo, en este país hemos tenido más años de gobiernos de izquierdas que de derechas, y ambos han sido muy tímidos e inactivos en este tema, incluso el PSOE. Es cierto que Zapatero hizo una ley de Memoria Histórica, pero se quedó muy corta y apenas se ha aplicado. En fin, no soy muy optimista. Espero que algún año ocurra algo, aunque a este paso me temo que será cuando las víctimas ya no estén presentes.
P: ¿Por qué el Gobierno español no se pronuncia al respecto? ¿Acaso tiene miedo de la reacción de la sociedad?
R: No sé muy bien cómo contestarte a esa pregunta, porque me resulta incomprensible su inactividad. Porque da igual que un gobierno sea de derechas o izquierdas, lo que no se puede consentir es que las víctimas de una dictadura sean olvidadas y no se les reconozca el dolor que han sufrido. Pongo como ejemplo a Ángela Merkel, quien condena duramente los delitos cometidos en la época nazi.
P: A los niños de estos internados se les maltrataba tanto psicológicamente como físicamente. Se les quemaba el culo con una vela, se les obligaba a comer su propio vómito lleno de insectos, eran sometidos a abusos sexuales... ¿Es quizá este el peor episodio que ha pasado en la historia de España?
R: El tema de la infancia es uno de los episodios más duros. Cuando el abuso, la violencia y el maltrato es ejercido contra un niño, es muy fuerte. Y ya no solo el dolor que dejan en ellos, sino en sus familias. Es difícil hacer un ranking de los momentos más duros de este país.
Estos niños, acostumbrados a recibir palos, confundían los abusos sexuales de los curas con señales de cariño
Una de las cosas que más me ha impresionado haciendo esta investigación, más allá de los abusos, vejaciones y maltratos, es la falta de cariño y el miedo que sentían la mayoría de niños que vivían en estos internados. Tal era esta carencia de afecto que muchos de esos pequeños llegaban a confundir los primeros síntomas de un abuso sexual como cariño. Me parece una perversión terrible. Unos niños que nunca han recibido una caricia, acostumbrado a recibir palos, cuando llega un cura, les toca y eso acaba en abuso sexual... tiene que marcar para toda la vida.
Siempre remarcamos que esto no es una investigación histórica, sino que es de actualidad, porque el daño que se hizo sigue presente. Que el Estado no reconozca lo que pasó solo aumenta y magnifica el daño en las víctimas. El daño que hizo la dictatura se multiplica por la desidia de la democracia.
P: La Iglesia jugó un gran papel en aquel drama. ¿Consideras que con vuestras investigaciones, como la de este libro, acabarán creando un rechazo total hacia la Iglesia en las nuevas generaciones?
R: Creo que la Iglesia, a nivel global, está iniciando un proceso de reconocimiento de su culpa. El Papa anterior, Benedicto XVI, ya comenzó una política de mano dura contra la pederastia y abusos sexuales, y en ese sentido se puede afirmar que se están empezando a hacer los deberes. Tarde, eso sí, pero ya sabemos que la Iglesia va un poco más lenta en todo. Aquí, en España, no ha habido aún ningún movimiento. La Iglesia necesita una modernización y quedan muchos deberes por hacer, por tanto es normal que a las nuevas generaciones les cueste más creer en la Iglesia.
Estaría bien que la Iglesia pidiese perdón, pero es más importante que lo haga el gobierno
Nosotros tenemos testimonios de víctimas que piden que la Iglesia se disculpe, porque son creyentes y para ello es muy significativo e incluso muy reparador. Otros, en cambio, no quieren saber nada de los religiosos, ya que no les piensan perdonar jamás. Al respecto, pienso que estaría bien que la Iglesia pidiese perdón, pero creo que es más importante que lo haga el gobierno, porque es el responsable final. Aunque el Partido Popular, que gobierna actualmente, no tenga ninguna responsabilidad en lo sucedido, es el heredero de ese Estado. Sería Mariano Rajoy quien debería pedir perdón, pero no por nada, solo porque es el actual presidente de España.
P: Si Mariano Rajoy reconociese y pidiese disculpas por lo ocurrido en aquellos internados, ¿le beneficiaria de algún modo de cara a la opinión pública?
R: En todo caso no les iba a perjudicar. Que un dirigente reconozca que el Estado hizo algo mal, pero que no tiene responsabilidad, es digno de admirar. Así que pienso que más le iba a beneficiar. No creo que nadie de bien le pareciese mal que se pidiese perdón por los abusos que se cometieron en aquella época. Rajoy no tiene ninguna responsabilidad, pero es el heredero de aquella dictadura.
R: Sí, la Iglesia se aprovechó de la situación y le sacó partido. Los menores eran una fuente de financiación. Se encuentran con una mano de obra a la que enseñan oficios con la excusa de la formación, pero la cosa derivó en explotación pura y dura. A mí esta situación me recuerda a lo que sucede en otros países, donde miles de niños, como de la India o Asia, están explotados.
La empresa no tenía por qué saber. Ellos podían intuir lo que ocurría, pero no hacían nada ilegal. Sería más una cuestión moral
P: Además de la Iglesia, grandes empresas de nuestro país también se aprovecharon de la situación y contrataron a esta mano de obra barata. En el libro mencionáis a El Corte Inglés –que en aquella época eran los Almacenes Preciados–, e incluso a Banco Popular y Caja Madrid. ¿Estas empresas sabían que estaban contratando a niños explotados que vivían ‘presos’ en los internados?
R: Te pongo el ejemplo de El Corte Inglés. Ellos acudían a unas órdenes religiosas y pagaban a las monjas por mano de obra. Pagaban poco, pero pagaban. Nunca contrataron directamente a un niño. Lo que pasa es que, claro, podríamos decir que algo podían sospechar o intuir desde el punto de vista de que les saliese tan barato. No te podría decir que estos grandes almacenes sean responsables directos porque no contrataban a los niños, aunque cierta responsabilidad social sí que tienen. Se podían imaginar lo que allí ocurría.
P: Hablasteis con responsables de El Corte Inglés sobre el tema. Y, aunque al comienzo de las conversaciones eran agradables, acabaron bruscamente con una negativa total por su parte a colaborar con vuestra investigación. ¿Crees que si se demostrara que estos grandes almacenes hicieron uso de estos niños para su negocio afectaría a su reputación o a sus ventas?
Yo creo que ha pasado mucho tiempo. Son tácticas que están siendo usadas actualmente por numerosos países en el extranjero. Y, además, no se podría demostrar más de lo que es: que El Corte Inglés tenía un contrato con órdenes religiosas. La empresa no tenía por qué saber qué se hacía con esos niños ni si se les pagaba. Ellos podían intuir lo que ocurría, pero no hacían nada ilegal. Sería una cuestión más moral.
P: En cuanto a vosotros, tras reunir tantos testimonios y hablar con más de 200 víctimas de estos abusos, ¿sentís que esta investigación os ha pasado factura de alguna manera?
R: No somos de piedra. Cuando hablas con una persona que ha sufrido estos abusos la estás haciendo regresar a uno de los peores episodios de su vida. En algunas ocasiones sales de las entrevistas tocado. Pero por otra parte es muy reconfortante, porque las víctimas sienten un alivio al tener la oportunidad de contar su historia a sus conciudadanos. Además, estas investigaciones están haciendo lo que debería hacer el Estado, en el sentido de que darlo a conocer y reconocerlo, lo que supone el inicio de la reparación del daño causado.
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